La larga historia de amor entre Estados Unidos y los ovnis está viviendo una tórrida segunda luna de miel. La divulgación en 2020 por parte del Departamento de Defensa de una serie vídeos de 2004 y 2015 de encuentros de pilotos militares con objetos volantes no identificados (UFO son sus siglas en inglés) ha echado a volar en los últimos años la imaginación de la opinión pública, y ha movido a un grupo de congresistas en Washington a sacudirse los tabúes en busca de respuestas sobre lo que las autoridades prefieren llamar Fenómenos Aéreos Sin Identificar (UAP) para ahuyentar los ecos conspiranoicos que carga el término UFO. En la categoría de los UAP caben las naves de origen extraterrestre, sí, pero también, y sobre todo, los globos (espía, meteorológicos o de otros tipos), las amenazas a la seguridad nacional en forma de artefactos supersónicos de potencias rivales como China y Rusia, la chatarra aeroespacial, los satélites de Elon Musk o, sencillamente, las ilusiones creadas por ciertos efectos ópticos.
Por El País
Los ovnis se posaron esta semana sobre el Congreso en una audiencia que resultó explosiva, pese a que todas sus revelaciones eran ya conocidas. En ella, un confidente (whistleblower) llamado David Grusch que trabajó en los servicios de inteligencia durante 14 años, se mostró bajo juramento convencido de que el Gobierno tiene en su poder naves extraterrestres siniestradas, así como “restos biológicos no humanos”. No lo ha visto con sus propios ojos, añadió; se lo contaron cuando investigaba para el Pentágono. En total, aseguró, entrevistó a 40 personas a lo largo de cuatro años.
El 68% de los estadounidenses está convencido de que su Gobierno sabe más sobre los ovnis de lo que dice, según una encuesta de Gallup de 2019. Un 33% cree, como Grusch, que algunos avistamientos corresponden a naves espaciales extraterrestres de visita en la Tierra. “Mi testimonio se basa”, dijo este en el Capitolio, “en la información que me dieron personas con un largo historial de legitimidad y servicio a este país, muchas de las cuales también compartieron pruebas convincentes en forma de fotografías, documentación oficial y testimonios orales clasificados”. Al tratarse de información clasificada, no aportó más pruebas: “De lo contrario, iría a la cárcel”, añadió.
El Pentágono reaccionó a ese testimonio con un rotundo desmentido, un comunicado que decía que sus investigadores no habían conseguido “información verificable que corroborara esas afirmaciones”. El miércoles también se escucharon voces escépticas en medio de un clima de sintonía bipartidista. La de Eric Burlison, por ejemplo. Republicano de Misuri, dijo que no le cuadraba que “una especie alienígena lo suficientemente avanzada tecnológicamente para viajar miles de millones de años luz” luego sea incapaz de sobrevivir en la tierra y evitar estampar su nave. “Me parece descabellado”, dijo.
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