“Ahora me he convertido en la muerte, destructora de mundos,” son las palabras más famosas que se le atribuyen a Robert Oppenheimer en el momento en que fue testigo de la primera explosión atómica de la historia, el 16 de julio de 1945. La cita del texto sagrado hindú Bhagavad-g?t? alude al arrepentimiento que el físico sintió al entender las consecuencias que su creación podía causar a la humanidad.
Por Infobae
Antes y después, otros científicos tuvieron esa misma impresión, y actualmente una conversación pública similar surge alrededor de la inteligencia artificial. Después de todo, un martillo puede servir para construir una casa o para matar a una persona: depende de cómo se lo emplee.
Aunque es evidente que la bomba atómica o el agente naranja sólo podían ocasionar estragos, otros inventos, enfocados a actividades humanas de otra naturaleza, han decepcionado a sus autores por el uso que se les dio. Es el caso de hitos trascendentales de la cultura como la televisión y las redes sociales.
La energía atómica, el transporte aéreo y la ingeniería bioquímica han tenido una aplicación bélica. Debido a esto, los inventores y los científicos que vivieron lo suficiente para observar el desempeño de sus aportes hicieron críticas y mostraron su desaprobación. Incluso, en algunos casos recientes como Facebook, advirtieron sobre las consecuencias negativas del abuso de sus invenciones.
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