EL otro escenario posible es cuesta arriba para Maduro pero no hay que descartarlo, pues supone un incremento de la represión con más inhabilitaciones, detenciones y más sanciones de la comunidad democrática internacional, recordemos que en días pasados los Estados Unidos declararon que las recompensas por las entregas de Maduro, Cabello y el invisible Tareck El Aissami están vigentes, es un mensaje de amenaza directa de la justicia de los Estados Unidos a quienes ellos consideran responsables de delitos que por supuesto niegan y achacan como parte de una campaña contra el país desarrollada por el imperialismo para apoderarse de las riquezas minerales.
Por su semejanza con lo que está haciendo Daniel Ortega en Nicaragua con los sectores opositores y las propuestas que salen de la Asamblea Nacional madurista de despojar a dirigentes opositores de la nacionalidad venezolana, la implementación de esta política le generaría a Maduro un aislamiento internacional con un alto costo y riesgo, por supuesto que hay sectores del madurismo que apoyan el endurecimiento de acciones en contra de la dirigencia opositora no complaciente, pero dado el comportamiento de buscar espacios que le permitan conectarse con el exterior lo más seguro por razonable sería un intercambio de “condiciones mínimas” electorales por reducción de sanciones.
Pero ya está visto que lo razonable para el madurismo es que le reduzcan las sanciones a cambio de nada, con la investigación que lleva por delitos de lesa humanidad la Corte Penal Internacional no hay nada negociable, es un proceso lento pero con un desenlace que en estos momentos no se puede prever.
Así que con un escaso 15% de apoyo y en caída libre el gobierno de Maduro se aferra al control con las armas de la República, propiciando la división de una oposición que se puede definir entre los que solicitan el retiro de las sanciones y la cohabitación con el régimen, hasta los que esperan ver a Maduro y sus cómplices compareciendo con una braga naranja en un juzgado de los Estados Unidos.
María Corina ha declarado que espera negociar con Maduro su salida y entrega del poder, la pregunta que hay que formularse es: ¿Se puede participar en unas elecciones sin garantías de ninguna clase? La respuesta es complicada y es un dilema para las fuerzas opositoras.
El año que viene puede traernos sorpresas, adelantamiento de fecha, una fila de candidatos habilitados admitidos por Maduro y si se da alguna negociación la participación de algunos inhabilitados en los que no cuento a María Corina por ahora, incluso si Maduro se ve con la soga al cuello puede designar un bateador designado de su propia sangre o muy allegado para refrescar su imagen.
Pero la que está moviendo la calle y despertando la esperanza es María Corina, su habilitación se la están dando los apoyos nacionales e internacionales que se le suman todos los días, en el otro bando no hay nada que buscar, el odio y el resentimiento es un karma que se regresa, quizá por eso vimos como Maduro en Maracaibo ante un insulto personal proferido por un grupo de personas soltó la mano de su esposa y con evidente disgusto se regresó a la comodidad de su camioneta blindada con el aire acondicionado encendido para aislarse del rechazo que siente en sus escasas apariciones públicas.
Lo he repetido muchas veces, Maduro no tiene futuro porque no ofrece ningún desenlace favorable a la monumental crisis que agobia al país, el futuro está en la esperanza del cambio, en la unidad de voluntades que a pesar de todos los obstáculos se está construyendo para que juntos hagamos de Venezuela una nación libre, prospera y soberana.