El trágico derrumbe de Whitney Houston: las drogas, los escándalos con su marido y su muerte ahogada en la bañera

El trágico derrumbe de Whitney Houston: las drogas, los escándalos con su marido y su muerte ahogada en la bañera

Hoy Whitney Houston hubiera cumplido 60 años. Murió cuando tenía 48 después de dos décadas de problemas con las drogas (Photo by George Pimentel/WireImage)

 

Un club nocturno de Los Ángeles. Oscuridad, poco más de treinta personas y el humo de los cigarrillos formando nubes azules entre el techo y las mesas. En el escenario una buena cantante góspel que no había tenido suerte en el salto al pop. En las mesas están más preocupados por sus asuntos que por lo que pasa ahí arriba: conquistas, alguna pelea conyugal, negocios que se cierran frente a un vaso de whisky.

Por infobae.com

Una adolescente deja la parte de atrás del escenario, el sitio de los coristas, y da unos pasos hacia el frente cuando la cantante, su madre, la invita a cantar. Toma el micrófono y acompañada por un piano no demasiado enfático comienza con Greatest Love Of All, un tema compuesto varios antes para la biopic de Muhammad Ali que protagonizó él mismo y que George Benson había ubicado en el top 10 del ranking R&B. Nadie de los presentes recordaba la canción que, en su momento, había pasado bastante desapercibida. Excepto un hombre sentado, adrede, en una de las últimas mesas; quería que la falta de luz lo protegiese. Lo que la adolescente desconocía era que ese hombre era el que había encargado, una década antes, que compusieran la canción para la banda sonora de la película. La versión original del tema parecía una buena balada de Stevie Wonder (lo cual, se sabe, constituye un gran elogio). La joven la recuperaba y la llevaba hasta alturas inimaginables. Su voz al frente, la pasión de los 20 años y una sabiduría ancestral que parecía acompañarla en el escenario y habitar en sus cuerdas vocales.

Apenas escuchó la primera estrofa, el hombre, Clive Davis, pope de la industria musical, supo que tenía una nueva joya para su exclusivo catálogo de descubrimientos en el que figuraban Bruce Springsteen, Janis Joplin, Santana y Aerosmith, entre otros. Supo que esa chica tenía un don, un talento único. Supo, por supuesto, que Whitney Houston sería una estrella. Esa misma noche, en el apretado camarín del club, le hizo firmar un contrato con Arista Records, su sello discográfico.

Clive Davis no tuvo que esperar a que saliera el primer disco para comprobar su acierto. Lo invitaron a uno de los programas más vistos de la televisión norteamericana, The Merv Griffin Show. Aceptó con una condición: que una vez finalizada la entrevista, el número musical (habitual en cada noche) fuera su nueva artista, la chica de 20 años que estaba grabando su primer disco.

Esa noche Whitney Houston apareció por primera vez en televisión. Los hombres descubiertos, una casaca azul metalizado, un pantalón negro amplio, el pelo afro, corto y apretado. Apenas la cámara la enfoca, empieza a cantar. La voz tenue, el volumen algo bajo, casi tímido, las manos delante del pecho, apretadas. La canción es Home, de la versión fílmica del Mago de Oz con Liza Minelli y Michael Jackson. Pero pasados los primeros versos ocurre el milagro: la joven se olvida del marco, de los millones de personas viéndola en sus casas, de las cámaras. La voz se proyecta, ella se suelta y en el estudio y en cada hogar presencian el nacimiento de una diva de la canción. La actuación es memorable. Uno de los grandes debuts de la historia.

Whitney Houston fue una de las reinas del pop de los 80. Sus rivales en esos años eran pesos pesados. Madonna, Prince, Michael Jackson. Pero esta chica con sus dos primeros discos arrolló con los récords. Su voz era prodigiosa, un instrumento natural perfecto. Pero era mucho más que eso. Parecía saberlo todo. El entrenamiento que había recibido de su madre había sido eficaz. Tenía presencia escénica, simpatía, bailaba. A su don (sobre) natural le añadía una técnica depurada. No era un talento salvaje. Podía llegar a cualquier nota y mantenerla por el tiempo que fuera necesario. Era el crossover que el mercado y el público esperaban. Estaba el sentimiento del soul, la fuerza del R&B, la ligereza y la alegría del pop.

Apenas apareció los especialistas la ubicaron en las grandes ligas, con los intérpretes incomparables. Sinatra, Aretha Franklin, Ella Fitzgerald. Whitney Houston, con su voz magnética, jugaba en esa liga, la Liga de la Justicia.

La aparición fue fulgurante. Su primer disco llegó al número uno de los rankings y fue la primera cantante femenina en tener siete singles número uno consecutivos en el chart de Billboard: Saving all my love for youHow will I knowGreatest love of all, I’m gonna dance with somebodyDidn’t we almost have it allSo emotionalWhere do broken hearts go. Una seguidilla impecable y asombrosa.

Hubo otros éxitos. Y la llegada del cine. El suceso de taquilla y la locura que provocó su versión de I Will Always Love You que volvió a quebrar records de venta y de permanencia en la cima de los charts.

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