Comentario aparte merece el caso afgano luego de la huida de EEUU, tal vez pensando, o al menos así parece que se deduce de sus servicios de inteligencia, que al poco tiempo EEUU tendría un frente europeo abierto en Ucrania y que no deseaba distraerse más de la cuenta, siendo el territorio afgano el menos importante en comparación con el europeo. En Afganistán quedaron con mano libre los cultivadores de opio para transformarlo en heroína, con el detalle de que la ya parte de la nueva heroína no se inyecta sino que se inhala como la coca, haciendo más sencillo –si cabe el término- el drogarse con ella sin arriesgar el SIDA y demás enfermedades por compartir jeringas infectadas.
La introducción de esta variante de la heroína la podemos relacionar con los avances en materia de drogas sintéticas a partir del trabajo de químicos y especialistas afines contratados por los narcos para desarrollar alternativas a las drogas actualmente más comunes. Estos productos sintéticos, tan rentables como la coca y heroína, tienen la ventaja de que su obtención no depende de la temporalidad de las cosechas de hoja de coca y amapola, además de tener una mejor portabilidad y sobre todo, que al poner con alta frecuencia en el mercado de consumo diversas sustancias, su seguimiento por parte de las autoridades se complica, además de que si para conocer a plenitud sus efectos sobre la salud, para efectos de disponer estadísticas representativas, siempre deberá pasar cierto tiempo, pero al tener ese cuadro clínico nos conseguiremos que esas sustancias ya habrán sido sustituidas por otras. En este sentido también, tal vez la dificultad más grande consiste en perseguir un mercado de sustancias cuyos efectos se desconocen a priori, impidiendo con ello el tipificar su tráfico o posesión como un delito.
Por otra parte, es sabido que el consumo de drogas varias puede ser por “moda”, por adicción al iniciarse incautamente en su consumo para permanecer en el entorno socializante de cada uno, o por la fatiga laboral –caso fentanilo y afines-, de los varios empleos a la semana para llegar a finales de mes; pero en última instancia ese consumo se debe básicamente al desconocimiento por la falta de educación a partir de la debilidad de los sistemas educativos escolares y familiares. Ese consumo además, también se potencia dentro de los medios de comunicación que son muy ignorantes en este tema. Por ejemplo, es frecuente recibir mensajes mediáticos que dividen las drogas entre “ligeras” como la marijuana, y “pesadas” con relación al resto, cuando la verdad es que todas son, simplemente, drogas, y todas generan adicción –a pesar de que en esos mismos medios muchos estiman que la marijuana no causa adicción-, así como daños cerebrales –la marijuana actúa afectando la corteza cerebral- y daños corporales, como los riñones, el hígado, el corazón, etc. por parte de todas esas sustancias. La poca profundidad con la que se trata este tema en los medios de comunicación es evidente, porque la inmediatez que impone su misión comercial impide dedicarle el tiempo requerido con entrevistas a fondo con especialistas de múltiples disciplinas, desde médicos y neurólogos para mostrar los efectos en el cuerpo humano, hasta sociólogos y criminólogos para informar sobre la degradación familiar y social que genera el consumo de drogas. La frivolidad con que se trata este tema hasta ha legitimado alguna de estas drogas confundiendo su función medicinal para paliar el dolor extremo en dolencias insoportables y en pacientes terminales al hablar de su uso para meditar, o ser creativo artísticamente, etc. siempre descartando sus efectos nefastos sobre nuestro organismo.
En la actualidad el combate efectivo al narco debe responder a una nueva realidad organizativa y logística dentro de la cual los capos narcos ya son inmensamente ricos, y al tener relativamente resuelto el problema de la producción, traslado y venta global, su problema por un lado es el transporte de esa enorme cantidad de dinero en efectivo que cada día les ingresa por la venta al detal, cuyos billetes deben irse centralizando en locales a lo largo de la pirámide de la organización, para terminar finalmente en el lugar del acopio final, y por otro lado está el tema de la legitimación de ese dinero.
En este sentido es importante tener en cuenta que para los efectos de producción, transporte y colocación en el mercado, para los carteles cada región es considerada como si fuera un único territorio, mientras que para las autoridades de cada país, como sucede en Europa, cada actuación que requiere interacción con los países de esa región, se topa con reglamentos distintos, fuerzas policiales e instituciones de diversa cultura que a veces, si bien comprenden bien la naturaleza y técnicas de la actividad terrorista, no es así cuando se trata de la existencia de las diversas mafias de extorsión, secuestro y narcotráfico. El combate europeo entonces debe lidiar con protocolos de actuación diferentes, y el tiempo requerido para superar esa red de dispar, y poder concretar una acción conjunta y coordinada siempre correrá a favor de los narcos, especialmente cuando las interceptaciones electrónicas de diverso tipo se enfrentan a regulaciones estrictas en materia de privacidad de los datos del ciudadano.
Por otra parte, sin todavía entrar en el tema de la legitimación de capitales, en materia de producción y transporte a los mercados, la enorme riqueza acumulada durante décadas de narcotrático, ya hasta permite utilizar información satelital a cargo de especialistas contratados y muy bien pagados, mediante la cual se puede conocer cuándo un está activo uno que otro satélite que recaba información sobre una zona de producción o transporte para paralizar y mimetizar las operaciones, y reiniciarlas oportunamente al saber con cierta confiabilidad que durante un lapso espefícico no serán espiados desde el espacio.
De manera que a la nefasta corrupción que siempre ha caracterizado el narcotráfico, mediante los sobornos hasta los niveles más altos de las instituciones civiles, militares y policiales, ahora también hay que tener en cuenta la tecnología que respalda su actividad, y no cabe duda de que la penetración narco en las instituciones políticas de muchos países ha sido un factor decisivo para mantener el ritmo de sus operaciones de producción, distribución y lavado de dinero, pero en todas estas etapas es importante resaltar el apoyo de la población y de sus dirigentes, el cual puede ser espontáneo por los beneficios –si cabe el término- que esas actuaciones generan en determinado ámbito geográfico, o forzado, conociendo todos la terrible manera que tienen para resolver cualquier problema que le causen las personas, liquidándolas físicamente, muchas veces de manera muy cruel e indigna para todo ser humano, incluso despúes de asesinado. No hace falta además, enfrentarlos directamente desde las instituciones estatales para eventualmente perder la vida, ya que solo con la posibilidad de que en el futuro alguien ocupe posiciones de gobierno desde las cuales se opondrán al narcotráfico ya convierte a cada uno en un blanco potencial, cuando no real, como ha sido el caso del candidato presidencial ecuatoriano recientemente asesinado, quien además no tenía ninguna posibilidad de ser electo en las venideras elecciones de ese país. Son asesinatos que también sirven de mensaje a la colectividad, esto es, que en ciertos países, dedicarse a la política y tomar partido sobre ciertos temas, es peligroso y se arriesga la propia vida.
El apoyo de parte de la población puede surgir por ciertas inversiones locales en materia de servicios, que para el incauto que lo desconoce, son parte de la actividad de lavado de dinero; en este sentido también se pueden considerar actividades que suplen a la ausencia del Estado en muchas comunidades, y por ello, junto a cierta infraestructura aportada, los narcos también sirven de autoridades locales para resolver conflictos menores.
La aceptación social entonces –si cabe el término-, puede surgir de muchas maneras, con donativos a la parroquia local, a los equipos deportivos para mejorar sus instalaciones y reclutar jugadores que le traigan muchas victorias, etc., pero esto siempre está asociado a un nivel mínimo de visibilidad del narco, puesto que mostrarse al lado de ciertas autoridades –conscientes o no de la actividad de esa compañía-, es clave para que se conozca esa suerte de status social, y a partir de allí será posible que hasta los mismos candidatos locales y hasta nacionales, puedan recurrir a la influencia narco para movilizar potenciales votantes; una colaboración narco que evidentemente será debidamente retribuida en su oportunidad, facilitándole por ejemplo el acceso a licitaciones cuando no su directa estructuración concursal asegurando el contrato, y que aportará más facilidades al lavado de dinero, el cual se realiza de maneras variadísimas incluso contratando profesionales del derecho, de la administración de empresas y contabilidad para darle recorrido de la manera más adecuada al enorme flujo de dinero que diariamente se genera.
Así tenemos que en pequeña escala habrá testaferros que instalen o compren talleres mecánicos, pequeños abastos, restaurantes, concesionarios de vehículos, etc., siempre amparados por la ley local sin sobrepasar los umbrales de capital que serían controlados por las autoridades, mientras que en gran escala ya se puede hablar de inversiones masivas en acciones corporativas a nivel global con el beneplácito de circuitos financieros laxos, cuando no cómplices de las operaciones.
Debe realtarse también que el lavado en pequeño también tiene recorrido mediante el préstamo a particulares y a pequeños empresarios, el cual naturalmente responde a criterios de usura y que al final tiene como objetivo apoderarse de las propiedades de quienes en algún momento no podrán reponer ni siquiera los intereses del dinero prestado. Pero también llama la atención que cuando en algún territorio ocurren catástrofes naturales, o cuando una familia sufre alguna desgracia, el narco también podrá aportar el dinero necesario para paliar las dificultades de la gente, prestándolo a precio razonable como el de los bancos, que en circunstancias así no prestan, o simplemente a fondo perdido, todo lo cual como una inversión para reforzar el fundamento de su aceptación social.
Con relación a los grandes capitales que de múltiples manera entran en el circuito financiero para legitimarse, es de recordar que la riqueza narco bien supera la de muchos países del planeta, y que por tanto su entrada en ese circuito, por la magnitud de ese volumen de dinero, requiere diversas salidas, por lo que no es de extrañar que si en la escala pequeña se frecuenta uno que otro restaurante preferido sin percartarse que éste en realidad está en manos narcos, tampoco debe extrañar que el gran capital malhabido influya en los mercados al incorporarse a grandes fondos de inversión que hasta adquieren bonos de la deuda de muchos países, sin descartar los fondos de energía, salud, transporte, etc. En el caso europeo, la incorporación a estos mercados incluso ha motivado a los narcos latinoamericanos a ser pagados directamente en euros, con los problemas locales equivalentes de acopio y movilización de efectivo, o evitando esta logística mediante el pago por acciones, bonos, etc. ya legitimados por parte de los compradores-distribuidores europeos.
En cualquier caso, si bien es importante para todo inversionista –y los narcos lo son- obtener una rentabilidad atractiva, debe tomarse en cuenta que su por el camino del lavado se pierde un 60% o un 70%, el 30% remanente sigue siendo una ganancia neta aportada por los consumidores finales de droga, y que al día siguiente seguirá entrando más dinero en las arcas narco.
Así que lo que podemos denominar “combate” al narco es un término espúrio si no se toman en cuenta las nuevas técnicas de estos carteles para mantener y acrecentar su riqueza, y lo que es peor, para mantener sometida a parte de la población, por la violencia o por una disuación social artificiosa, y más terrible todavía, con toda la secuela de daños corporales que poco les importan a los capos de la droga.
El problema pues, es muy complejo, los sistemas educativos y mediáticos no aportan la necesaria cultura de manera contundente, y la eficacia de la actuación narco supera la maraña existente en las maquinarias estatales sin mayor expectativa de que haya sistemas legales efectivos y severos que gestionen sensatamente conceptos como el de privacidad ciudadana o el de los derechos humanos. Así mismo debe tenerse en cuenta de que mientras más tiempo siga pasando la situación será más a favor del narco al consolidar diariamente y sin pausa su presencia e influencia en toda la sociedad y mejorar su tecnología y presencia en las finanzas del mundo.
Existe por supuesto la posibilidad de que la sociedad reaccione, tal vez motivada por algún evento de gran calado, como también existe la esperanza de que algún día la ONU logre consensuar una fuerza supranacional de control de cultivos de coca en los países productores, asegurando su sustitución y compensando directamente a los campesinos la diferencia en la ganancia por ese cambio. Pero estos son escenarios de ficción cuyo alcance no está a la mano.
Venezuela por supuesto no escapa a esta realidad; allí ya no tratamos con niños de la calle oliendo pega o vapores de gasolina, sino con un Estado embebido dentro del narcotráfico y del narcoterrorismo, dentro del cual la guerra a esta plaga será larga, y exigirá una clase dirigente valiente que sepa dotarse de todos los instrumentos para salir triunfante, y ésta no solo será una misión peligrosa sino muy compleja en un país donde el mismo Estado ha dejado de funcionar como tal, ya que con el paso del tiempo, por ley de vida ha ido desapareciendo la cultura del servicio junto a quienes la supieron formular y aportar a nuestra sociedad civul y militar. Las dificultades que se tendrán en esa futura guerra al narco, cuando surja un cambio político de gran significado en el país, serán consecuencia directa de la pérdida de soberanía en todos los frentes, y no está para nada asegurado que su abordaje y eventual éxito puedan convivir con una democracia; en este sentido, mencionar el abordaje salvadoreño a este problema es políticamente incorrecto, pero siendo una realidad –cuyo desenlace estará por verse en las próximas décadas- que está a la vista, muchos dirigentes del futuro podrán caer en la tentación de copiarla.
De cualquier manera entonces, la serenidad social venezolana transitará por caminos muy complicados.