El Cociente Intelectual o CI (en inglés IQ), es un estimador de la inteligencia humana. Los valores se ajustan de manera que el 95 por ciento de los puntajes se encuentren entre 70 y 130; que el 2.5 por ciento sean superiores a 130 (superdotados o geniales); y que el 2.5 por ciento estén por debajo de 70 (significativamente inferior al promedio). Un Cociente Intelectual en el rango de 60 a 70 es aproximadamente el equivalente al de un escolar de tercer grado. Las pruebas modernas del Cociente Intelectual se han utilizado desde principios de 1900.
Sin embargo, en un libro de 2002 titulado IQ and the Wealth of Nations, el psicólogo Richard Lynn y el politólogo Tatu Vanhanen introdujeron el concepto de CI aplicado a las naciones. Es decir, calcularon el Cociente Intelectual de países enteros. Continuaron en 2006 con un segundo libro titulado IQ and Global Inequality en el que fueron más allá, al argumentar que las diferencias nacionales en el bienestar social y la prosperidad económica están correlacionadas con los CI nacionales promedio. Desde luego, no afirman que la inteligencia es el único factor en la prosperidad nacional, sino un factor importante.
La relación entre la prosperidad de una nación y su Cociente Intelectual es un área de estudio debatida, y el trabajo de Lynn y Vanhanen ha sido criticado con severidad. No obstante, otros estudios validan sus datos. En cualquier caso, ese trabajo es estimulante a la vez que un desafío para los economistas del desarrollo y otros científicos sociales. Los estudios internacionales sobre el CI constituyen una medida importante para conocer que poblaciones poseen las habilidades cognitivas necesarias para una economía moderna. El trabajo argumenta que las diferencias de CI entre las naciones se deben a factores genéticos, pero también a factores ambientales como la mala nutrición y los climas cálidos, que tienen una influencia negativa en el Cociente Intelectual.
Parece que efectivamente existe una correlación entre el Cociente Intelectual de una nación y su bienestar económico. Lo que no está tan claro es si existe causalidad y si la hubiera, su dirección. Un bajo PIB pudiera causar un bajo Cociente Intelectual, pero un bajo Cociente Intelectual también pudiera causar un bajo PIB. Recordemos que una persona, o una nación, no es menos inteligente debido a un menor nivel de educación. El CI no está relacionado con el desempeño concreto; más bien es la capacidad de comprensión y aprendizaje. La inteligencia está más relacionada en particular con la capacidad de lograr la misma educación con menos esfuerzo.
Los datos muestran que existen grandes diferencias en la prosperidad y los Cocientes Intelectuales entre las regiones del mundo. Los CI más altos se encuentran en países desarrollados de Asia Oriental, como Taiwán, Singapur, Japón y Corea del Sur. Los siguen, en orden descendente, América del Norte y Europa, con puntajes intermedios. Después están los países de Medio Oriente y América Latina, y por último los países del África subsahariana y el sur de Asia, como Bangladesh, India y Pakistán, con los puntajes más bajos.
De acuerdo con la calificación de 176 territorios que realizó World Population Review en 2019, Singapur y Hong Kong tenían un CI de 108. En términos de inteligencia individual, 108 está en el extremo superior del rango de inteligencia normal de 90 a 109. En el otro extremo se encuentra Guinea Ecuatorial, con un puntaje de 59. Los puntajes menores de 70 califican como mentalidad débil en CI individuales.
En nuestro hemisferio, Canadá y Estados Unidos encabezan la lista con un Cociente Intelectual de 99 y 98 respectivamente. Al sur de la frontera, Uruguay es el más alto con un CI de 96, y Haití el más bajo con un CI de 70. Mis lectores del Sur de la Florida querrán saber el de Cuba: 85 y el de Venezuela: 84. Los puntajes de Cociente Intelectual individual de 80 a 89 están en la categoría de opacos o aburridos.
La idea de que los CI nacionales tienen una fuerte correlación con el bienestar y la prosperidad nacional es problemática, porque los niveles de los Cocientes Intelectuales no son fáciles de mejorar. Además, el desarrollo económico también está sujeto a otros factores, como los sistemas económicos y políticos vigentes, los recursos naturales, la fortaleza de las instituciones sociales y políticas, los niveles de educación, la ética laboral y otros.
Digamos que el puntaje de 85 (opacidad) de los cubanos contradice la teoría folclórica de mis compatriotas sobre la superioridad cubana, popularizada en la canción de Marisela Verena Nosotros los cubanos. De acuerdo, puede que no seamos tan dotados en el intelecto, pero estamos lejos de ser aburridos.