Diego Enmanuel y Juan Pablo,
caraqueños honorarios.
Creo haber conocido y disfrutado Caracas lo suficiente para hablar de ella con simpatía y cercanía.
Desde la década del 50 del siglo pasado la he visto crecer hasta hoy. También he leído sobre ella, desde los cronistas y los viajeros ilustrados que la visitaron en diversas épocas. En fin, creo haber legitimado mi interés en la ciudad y mi amistad a pesar de ser maracaibero y zuliano que, como es sabido, siempre ha “competido” con Caracas como “Maracaibo la segunda ciudad más importante”.
Maracaibo siempre mira a Caracas, mientras esta siempre ha ignorado a Maracaibo y sus gobiernos ferozmente centralistas, en particular el godo Antonio Guzmán Blanco, con su despectiva frase de que “aquello es apenas una playa de pescadores” y la infame creación del estado Falcón-Zulia.
Pero vamos a mi reciente viaje a Caracas, después de mucho tiempo sin ir y para constatar lo que muchos me comentaban: “aquello es otro país”, y lo he constatado, una ciudad laberíntica, la ciudad moderna siempre lo fue y lo es, pero ordenada, limpia, sin basura, agua y electricidad, sin racionamientos, la pobreza encaramada en los cerros, pero en el valle se vive como si no existiera.
La prosperidad es visible, dada la concentración de la riqueza en la capital, tanto a nivel gubernamental como privado. El gobierno pareciera que sólo existe para esta ciudad. El resto del país, la provincia, el país profundo, destruido, abandonado, y el Zulia y Maracaibo totalmente olvidados por el gobierno central.
Mis paisanos zulianos saben de lo que estoy hablando, porque lo padecemos día a día.
A Caracas se llega por autopista, viajé por tierra, de Maracaibo se sale del puente y una vía bombardeada, hasta Carora con casi 30 puntos de control, alcabalas y “policías acostados”.
Desde Carora, Yaracuy, Carabobo, todo mejora en materia vial, incluida la disponibilidad de gasolina.
Con excepción de las grandes barriadas populares, que presumo que es la otra Caracas más parecida al resto del país, hice un recorrido urbano bastante completo y la capital luce bien, lamentablemente el resto del país no puede mirarse en el espejo capitalino.
Regresando del viaje (De Caracas para Maracaibo), también por tierra. En la capital hay gasolina y tampoco faltó el agua y la electricidad. Al salir de la ciudad, que el régimen “cuida”, desapareció la gasolina, en la vía nada, en Barquisimeto nada, y en la Lara-Zulia nada. Solo las kilométricas colas.
El país es todo el territorio nacional y es de elemental justicia atender todo el interior como a la capital. El centralismo es tan antiguo como la propia República, quizás parte de la responsabilidad es de los propios interioranos que no nos hacemos respetar. Lo irónico de todo esto es que desde la primera Constitución nos declaramos República Federal y siempre se ha pensado en la necesidad de la descentralización, pero sigue el centralismo y presidencialismo que, por cierto, se reproduce en los propios partidos políticos e instituciones.