La tarde del 23 de agosto, los aldeanos de Kuzhenkino, en la región de Tver, vieron algo brillante en el cielo que quedaría reducido en pocos minutos a un amasijo de hierro y una humareda gris. Era el avión en el que viajaba Yevgeny Prigozhin, jefe mercenario y una de las caras protagonistas de la guerra de Ucrania, que en otros tiempos era llamado con satisfacción ‘el chef de Putin’. Se cumplían así los peores pronósticos de los expertos rusos que hablaban de Prigozhin como «un muerto andante».
Por ABC
Su defunción ha abierto la veda a las especulaciones y a barajar los posibles nombres de los candidatos para cubrir el vacío de poder. Sin embargo, ya antes de este incidente se empezó a mover ficha para encontrar un sucesor. De ahí que haya salido a relucir el general Andrey Averyanov , líder de la Unidad de Operaciones Encubiertas del Departamento Central de Inteligencia GRU (el servicio de inteligencia militar de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa). Un hombre señalado por ser supuestamente el responsable de una red espías dedicada a desestabilizar Occidente y por numerosos envenenamientos de los llamados enemigos de Rusia.
Otra ficha en el aire es la del destino del grupo Wagner, cuyas fuerzas serán reabsorbidas y reemplazadas en África por una empresa privada controlada por Averyanov. Y muchas de sus responsabilidades podrían asumirlas empresas privadas de mercenarios menos conocidas, como Redut o Konvoy. Generando una Guerra Fría de intereses, ya que Wagner se reveló como la gallina de los huevos de oro en el continente.
Durante años Wagner ha desplegado una influencia demasiado lucrativa en recursos, inversiones y ganancias que la IEEE dice que se ha materializado en una fuerte red de socios en regiones como el África Subsahariana que son fundamentales en su rivalidad con Occidente. No en vano The Financial Times informaba que Prigozhin obtuvo unos beneficios de unos 250 millones de dólares solo por firmar acuerdos con países de África y Oriente Medio.
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