El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong primero y Buzz Aldrin pocos minutos después se convirtieron en los primeros hombres en pisar la Luna. Todavía hoy, la Luna es el único cuerpo celeste que los humanos visitaron alguna vez y es lógico debido a que es el satélite más cercano a la Tierra: está a menos de 400 mil kilómetros. Apolo 11 fue la proeza espacial más célebre de la historia y, se suponía, abría el camino a visitas cada vez más frecuentes que luego no sucedieron.
Por infobae.com
“Fue la misión espacial más complicada jamás intentada. La potencia informática del módulo de aterrizaje Eagle era equivalente a la de una calculadora de bolsillo. Las misiones espaciales entonces eran muy arriesgadas y todavía lo son”, dijo Gail Iles, profesora de Física de RMIT University de Australia, con pasado en la agencia espacial europea, en diálogo con Infobae.
Tan arriesgada fue la misión que a Michael Collins, uno de los tripulantes, le habían dicho que solo había un 50% de posibilidades de que volviera a ver a sus compañeros. Collins permaneció en la órbita lunar mientras observaba a Armstrong y Aldrin separarse a través del módulo de aterrizaje para poner los pies en la superficie. Ambos estuvieron unas 24 horas explorando el terreno, sin saber a ciencia cierta si lograrían despegar y volver a casa.
“Las misiones a la Luna tienen objetivos muy claros”, explicó Iles. En los años ‘60 y principios de los ‘70, mientras se desarrolló el proyecto Apolo, la meta fue primero llevar al hombre a la Luna y luego recolectar rocas, fragmentos de suelo lunar, para traer de nuevo a la Tierra. Desde entonces, científicos de la NASA estudiaron esas muestras de roca para averiguar, entre otras cuestiones, la edad de la Luna, su geología, cómo se formó, a qué distancia está. “Esas misiones ampliaron significativamente nuestro conocimiento”, remarcó la experta.
Dentro del mismo programa Apolo, después del primer aterrizaje exitoso, otros diez hombres caminaron sobre la Luna hasta 1972, cuando se decidió finalizar el proyecto. Desde entonces pasaron 51 años y ningún astronauta, de ningún país del mundo, pudo cumplir la proeza.
El avance frenético de Estados Unidos surge de un contexto particular. El 12 de abril de 1961 la Unión Soviética puso por primera vez en la historia a un hombre -Yuri Gagarin- en órbita. El hito marcó el inicio de la guerra espacial, de la contienda por conquistar el espacio. Como respuesta al logro ruso, John F. Kennedy, poco después de asumir la presidencia, anunció con estridencias que EEUU llegaría a la Luna, que un astronauta norteamericano aterrizaría en el satélite, antes de que culminara la década.
“Hoy sería mucho más sencillo poner un hombre en la Luna, pero es una cuestión de los recursos que se necesitan. Los EEUU invirtieron una cantidad ingente de dinero y recursos humanos. Ahora el presupuesto de la NASA es mucho menor. Entonces había un condicionante político, la competición entre dos superpotencias, que no existe ahora”, advirtió a este medio David Barrado, profesor de Investigación Astrofísica del Centro de Astrobiología español.
El programa Apolo recibió un financiamiento sin precedentes. En su pico, en 1966, la NASA contó con el 4,4% del presupuesto federal; unos 5.933 millones de dólares. El costo total del proyecto rondó los 25.000 millones de dólares; una cifra colosal para la época.
Los miles de millones de dólares pretendían adelantar a EEUU, sobrepasar a la Unión Soviética en la carrera por conquistar el cosmos. El espacio pasó a ser una demostración pública de poder, de capacidad tecnológica y militar. El 20 de julio de 1969, 650 millones de personas de todo el mundo siguieron por televisión cómo la nave de Apolo 11 aterrizaba con éxito en la Luna y dos hombres caminaban por primera vez por su superficie.
Al cabo de unos años, el interés por explorar la Luna se disipó poco a poco. Si bien después de Apolo hubo decenas de misiones, unas cincuenta, ninguna fue tripulada. “En principio las sondas pueden hacer, en la práctica, todo. Tal vez incluso a mayor escala”, explicó Barrado. “Aunque se pierde el relato, la epopeya. El factor humano sigue siendo importante, especialmente si se justifica con una potencial colonización de diversos cuerpos celestes”, agregó.
Quizás por eso, en los últimos años, surgió un nuevo programa tan ambicioso como aquel de Apolo, llamado Artemis, que promete volver a enviar humanos a la Luna tras medio siglo.
El arduo camino a la Luna
Llegar a la Luna no es nada fácil. Más bien, es un camino lleno de obstáculos. Gail Iles, en un artículo en The Conversation, advirtió que casi la mitad de las misiones lunares fracasaron. “Los vuelos espaciales siguen siendo difíciles y peligrosos. Las misiones lunares en particular aún son una cuestión de suerte y hemos visto varios fracasos de alto perfil en los últimos años”, escribió.
De hecho, La India, antes de lograr su hazaña, tuvo un intento fallido unos años atrás, en 2019, cuando una nave espacial se estrelló contra la superficie y se rompió en mil pedazos. Del mismo modo, hace unas semanas Rusia anunció que su misión Luna 25 “dejó de existir como consecuencia de una colisión con la superficie lunar”.
Los fracasos, explicó Iles, se deben a distintas razones: dificultades tecnológicas, falta de experiencia e incluso coyuntura política de cada país. La científica recordó que recién el mundo atraviesa sus “primeros días” de exploración espacial y que, por eso, no debe sorprender cuando una nave falla en sus objetivos.
Tantas decepciones revalorizan la llegada exitosa del módulo Chandrayaan-3 de La India, que aterrizó en el polo sur del satélite, un sitio donde nadie lo había hecho aún, y bajo un presupuesto acotado, gracias a un programa “lowcost”. Con su alunizaje, con fecha exacta del miércoles 23 de agosto a las 18:04, India pasó a formar parte de un grupo selecto que solo integran Estados Unidos, la ex Unión Soviética y China.
Llegar al polo sur de la Luna representa un desafío adicional por su superficie inclemente, repleta de cráteres y pozos profundos. Pese a eso, la sonda Vickram se separó de la nave Chandrayaan-3 el 17 de agosto y seis días después logró aterrizar en el territorio. India contará con imágenes y muestras de primera mano de una superficie hasta entonces inexplorada, donde se estima que hay agua congelada en abundancia, que en un futuro podría servir como fuente de oxígeno, combustible y agua para misiones lunares o incluso para establecer una colonia lunar permanente.
Lo llamativo, además del sitio de aterrizaje, fue el presupuesto. El gobierno indio gastó 75 millones de dólares en la construcción de la nave Chandrayaan-3, que completó la faena iniciada en 2008 con la número 1. El monto está muy por debajo de lo que suelen manejarse en programas espaciales tan ambiciosos.
Para leer la nota completa pulse Aquí