Era 1942. Hombres con trajes negros en Estados Unidos tenían una orden precisa. Debían caminar zonas deshabitadas o a lo sumo con pocos habitantes para un propósito claro del gobierno. Hasta que un grupo de ellos pareció encontrar el sitio adecuado.
Por Clarín
Estaba en las afueras de Tennessee, a 40 kilómetros al oeste de Knoxville. Hectáreas y hectáreas de tierra sin habitantes. Porque a los pocos que había se les compró las viviendas, las tiraron abajo y se los invitó a irse.
Allí se levantaría un pueblo. Pocos sabía que en ese lugar perdido del mundo se construiría el arma más terrorífica creada por el hombre: la bomba atómica.
El gobierno lo mantenía en secreto pero levantar una ciudad necesita mano de obra. Obreros y las familias de éstos. Por eso, ellos fueron parte, sin saberlo, de una ciudad secreta.
Se llamó Oak Ridge, y fue conocida como la “Ciudad Atómica” o la “Ciudad Secreta”. Esa pequeña ciudad que llegó a tener 100.000 habitantes y consumía más electricidad que toda Nueva York.
Recién en 1969 el gobierno develó porque se llamó Oak Ridge: “sonaba lo suficientemente bucólica y general como para ser utilizado como un nombre encubierto para el área residencial”.
La construcción de la ciudad
En el mayor de los secretos y en poco tiempo, el estudio de arquitectura SOM, de los arquitectos Skidmore, Owings y Merrill, construyó una impresionante ciudad.
Los números lo dicen todo: 480 kilómetros de carreteras, 89 kilómetros de vías férreas, 10 escuelas, 7 salas de cine, 17 restaurantes y cafeterías, y 13 supermercados.
Además, los obreros y sus familias tenían diversas instalaciones deportivas, una biblioteca y variadas zonas de ocio. Todo ello para 3.000 habitantes que en apenas 5 años llegarían a ser 75.000.
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