Con apenas meses de nacida, Sophia Canellopoulos emprendió el viaje más importante de su vida y la de su familia. Partió desde Grecia hasta el exilio en Suiza, en el fragor de la Segunda Guerra Mundial. Era 1940.
Por Semana
Al otro lado del mundo, en Colombia, otro niño, de nombre Fernando Botero, ya era huérfano de padre —un arriero propietario de varias mulas con las que transportaba todo tipo de mercancía— y soñaba con ser torero.
Tendrían que pasar más de tres décadas para que dos vidas tan dispares y se cruzaran en un apartamento de París, donde acudieron a una comida organizada por una amiga común a principios de los años setenta.
La historia ocurrió así: Fernando Botero y Sofía Vari se encontraron por primera vez hace más de 40 años años. En una comida en la capital francesa, en casa de la marquesa de Crussol, fueron presentados el entonces ya famoso pintor colombiano y una joven y prometedora pintora griega, de nombre Sofia Canellopolos; en ese momento los dos estaban casados.
Él, por segunda vez con la vallecaucana Cecilia Zambrano, y ella con un próspero industrial griego, cuya familia vivía en París desde hacía tres generaciones. “En ese momento pensé que era la mujer más divina que había visto en la vida”, comentó Botero en una entrevista con la revista Jet Set.
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