“Cuando éramos felices y no lo sabíamos”. Melba Escobar
La revolución “chavomaduristamilitaristacastristaideologista”, que puede y debe ser llamada, de todos los fracasos; ha marcado un hito pernicioso en nuestra historia y, en honor a la verdad, objetivamente, números en mano, nadie puede negarlo, en su sano juicio.
Le atribuyo, a quienes aún sostienen y apoyan la continuidad de la experiencia deletérea del oficialismo como una opción a mantener y sostener, dos trazos visibles de personalidad; de un lado, la desciudadanización y del otro, una patología esquizoide que acaba por reflejar uno de varios síntomas del daño antropológico al que se refieren Freddy Millán Borges y la distinguida Paola Bautista de Alemán.
La inteligencia del colectivo sabe, porque lo ha vivido, que se arruinó la vida de las mayorías y la pobreza se generalizó; pero, además, se irrespeta y se menosprecia a la ciudadanía y se le trata con ultraje y humillación.
Basta recordar la última elección de gobernadores y alcaldes, en la que se les arrostraba y amenazaba a los que osaran votar fuera de las imposiciones del PSUV con dejar de darles la bolsita CLAP y las bonificaciones.
Administrarles su hambre y su precariedad y establecer mecanismo de control político de esa manera es propio de los totalitarismos, desconocedores los mismos de la humanización y de la dignidad de la persona humana.
La democracia puntofijista, sin ser perfecta ni nada parecido, es el período auténticamente republicano de nuestro devenir como nación y el de mayor bienestar colectivo, con movilidad social y progreso. El lapso de 1958 a 1998, repito, con defectos, fue nuestra práctica vital y existencial más valiosa y, también se evidencia ese parecer como justo, con las mediciones a las que se tenga a bien probar.
Conversando con Andreína, dirigente juvenil de un sector popular, advertí el alcance del daño que estos años de revolución le han traído y le engendran como lo que vendría, a esta patria desfigurada y agónica. Me relata la dama que los muchachos se niegan a estudiar y a universitarizarse porque asumen que eso no vale la pena; piensan que lo que habría que hacer es “enchufarse” o marcharse.
La caída de la matrícula en la UCV se aproxima al 50% y en la Facultad de Ingeniería sube al 70%. 35.000 médicos se han ido y no volverán. Este infortunio que padecemos, de continuar, además de desmoralizarnos, nos va a descerebrar.
Empero, eso lo hemos visto y sentido los venezolanos, salvo aquellos que se hacen que no sean concernidos y se permiten alejarse de las cuestiones públicas creyendo que no serán irradiados si se apartan para ocuparse solo de sus asuntos personales. A esos, y cabe repetirlo, los griegos en la antigüedad los llamaban idiotas.
Queda claro que la permanencia del chavomadurismomilitarismocastrismoideologismo en el poder no solo nos fulmina ahora, sino que nos priva de todas las posibilidades futuras. Hay que cambiarlos a como dé lugar, pero ¿con quién, para qué?
Establecido que la ablación electoral a practicar implica extirpar el tumor maligno que nos subyuga y desalma, es menester considerar la terapia subsiguiente que nos desafía como nación y nos exige acierto y consistencia.
¿Cómo sería ese cambio que querríamos? En lo formal y orgánico apunta a la republicanización perdida en este eclipse que como pueblo y como democracia expiamos. En lo estratégico, fija una meta, recuperar la economía y detener haciéndolo, la hemorragia de la diáspora, entre otros expedientes a valorizar.
Me permitiré una narrativa “en amont” que en mi reflexión para otros pudiera corresponderse con una perspectiva “en aval”; pero, como veremos, el escaso tiempo para un desarrollo inevitable puede confundirla.
Hay opciones y propuestas. MCM ofrece un giro liberal en el manejo de la economía, reduciendo al Estado, privatizando y apostándolo todo al crecimiento económico como bálsamo de nuestros malestares. No solamente, también creo entender que es partidaria de conceder entidad a las demandas de matrimonio entre personas del mismo sexo y revisión de los parámetros civiles y sociales actuales. Es un liberalismo a la norteamericana y discúlpenme si me atrevo a interpretar, pero, digamos que es lo que se entiende. Su demanda de justicia es uno de sus fuertes.
Acción democrática es una propuesta de regreso a la experticia de la democracia de partidos, ensayando mantener la misma proporción entre la iniciativa privada y el Estado regulador y políticas públicas asistenciales. No hay novedad en el discurso, que he podido leer del candidato Carlos Prosperi y me lleva a esa conclusión.
La alianza Rosales y Capriles no se separa mucho de la propuesta neoadeca ínsita al zuliano y, si evocamos el discurso de los que fueron ya candidatos a la presidencia, nos encontramos con algunas coincidencias; pero Capriles y su idea de progreso ofrece, a mi juicio, mejores pronósticos y expectativas, aunque inhabilitado como está, se deja ver un cálculo de Rosales. Capriles tiene una ventaja, ha sido dos veces candidato presidencial, como antes dijimos y estuvo muy pero muy cerca de llegar a Miraflores, pero la limitante legal, aunque artificial e ilegítima, pesa y compromete la viabilidad de su pretensión.
César Pérez Vivas luce como el más curtido de los candidatos y el estadista por formación, además. Trae en la alforja la proposición de la economía social de mercado que, por cierto, se exhibe como la más realista de las propuestas para atender al enfermo venezolano que concilia un Estado omnipresente, con una indispensable revisión de la división político territorial y de allí, hacia un profundo replanteo de nuestra insincera e ineficiente organización federal. Lo más importante quizá sea la sincronía con el momento álgido que vive el pueblo venezolano, hambriento, frustrado y desesperanzado. Se le señala como conservador, por otra parte, y la guerra fratricida que diezma a Copei lo toca. El ha tratado no obstante de representar una plataforma ciudadana y ciudadanizante.
Me refiero a los que compiten en las primarias porque los otros que suenan no concurren como genuinos aspirantes a cambiar las cosas, ora porque asumen que están transitando simplemente un largo camino de posicionamiento, ya porque simplemente juegan el juego del grupo de poder y no abundaré más por ahora en ese tema.
Hacia lo que fuimos o hacia lo que debemos ser, es la realidad y el dilema que tiene ante sí el cuerpo político que vive en Venezuela. Queda por supuesto otra ecuación a despejar. Recordando a Mario Briceño Iragorry develamos una de las incógnitas: ¿es esta crisis del liderazgo o es una crisis también de pueblo?
@nelson_chitty