Acogedor. Esa es la palabra que describe el pequeño taller de una venezolana que ha decidido utilizar el reciclaje como arte. Sus manos son la herramienta que utiliza para realizar cuadernos totalmente artesanales.
Por Lismar Hernández / lapatilla.com
Desde las hojas hasta la encuadernación, su mayor atractivo la pasión y entrega que deja en cada cuaderno y es que, como ella misma describe son “únicos” ya que no duplica los ejemplares.
Una habilidad que descubrió hace muchísimos años, pero que por algunos obstáculos dejo a un lado y no fue si no hasta hace algún tiempo que decidió retomar.
Taller 33, es el nombre de un espacio que se ha convertido en arte y que es llevado de la mano de su creadora, Maggi Valladares De Pablos, quien conversó con el equipo de LaPatilla para conocer como es el proceso de elaboración de estos cuadernos artesanales.
“Recuperar el valor que tienen las cosas”
“Soy amante del papel de toda la vida” fueron las primeras palabras de Maggi al contar como surgió el Taller 33. “Me gusta muchísimo todo lo que es hecho manualmente y encuentro una belleza artística especialmente en los cuadernos artesanales” agregó.
Un mundo que va tan rápido y que tal como ella señaló “uno da por sentado todo”, busca con su proyecto “recuperar el valor que tienen las cosas”.
Es así, como ella describe que “hacer un cuaderno a mano, artesanalmente me lleva como a reconocer el valor del proceso, desde crear las hojas, coser los cuadernillos, elaborar las tapas y ver objeto al final. Es como te digo, la evolución de la vida, del mundo que estamos viviendo uno ha perdido el valor de las cosas”.
Y es que, hoy día las personas viven inmersas en los problemas cotidianos, sin tomar al menos un minuto de su tiempo para ver y admirar su alrededor. En este sentido, Maggi recalcó “uno simplemente ve un cuaderno y más nada, entonces hacerlo manualmente me llevar a recordar el valor que tienen las cosas”.
Un taller con mucho significado
Taller 33, nombre que esconde un gran significado, ya que su madre, Beatriz Valladares era esmaltista y su casa era donde ella tenía su taller “lo tenía en la parte más alta de la casa y un día ella decidió contar los escalones y eran 33, entonces más allá de la anécdota de porque ella le puso ese nombre, yo decidí quedarme con él”.
Y con una gran inspiración que se le notaba en sus ojos añadió “tiene mucho significado, mi mamá fue quien me enseñó a mi el valor del arte, de los oficios manuales, una mujer sumamente dedicada a estos oficios y sembró en mi esa sensibilidad al igual que mi papá”.
Es así, como decide dejar ese nombre en homenaje a ella “no dejar que con su desaparición física se fuera también ese espacio tan bonito que ella creó porque más que un taller fue un espacio para mi familia”.
“Humildemente me quedé con ese nombre como inspiración, el motor que me inspira” enfatizó.
Una atracción inconsciente del mundo verde
Una pasión que surge desde que apenas era una niña, pero no fue si no hasta el año 87 que decidió hacer un taller de papelería artesanal con papel reciclado “en esa época no teníamos conciencia del tema ecológico para nada, pero a mí me atrajo muchísimo”, señaló.
Asimismo, detalló que su primo era quien le traía bolsas de papel deshecho “era perfecto, porque además ya había pasado por las máquinas que lo trituraban”.
Una habilidad que descubrió por amor, pasión y sensibilidad sin tener como ella misma lo dice “conciencia en el tema ecológico”.
Y es que Maggi, estuvo al menos 10 años haciendo papel, “después la vida da vueltas” y no fue hasta hace algún tiempo que decidió retomarlo.
Un proceso muy bien elaborado
“El papel que para otros es basura, ese es el que utilizo” así describió Maggi el proceso de elaboración de los cuadernos artesanales. Aunque existen una gran variedad su inclinación fue por los de pulpa de papel reciclado.
Y es que, ella considera que es más ecológico “y hoy día me alegra mucho que, aunque sea un granito de arena estoy aportando al planeta”.
Así es que, esta habilidad lleva consigo importantes pasos para el resultado final, “se corta en pedacitos, hay sitios en donde recojo el papel que ya ha pasado por máquinas, si no yo lo recorto o mi esposo, quien también me ayuda. Luego que este muy chiquito lo pongo a remojar en agua, idealmente por 48 horas”.
Tras esperar el tiempo correspondiente “se tritura en una licuadora y obtienes la pulpa de papel. Ya después interviene la creatividad”.
Creatividad que se ve plasmada en cada una de las portadas de sus cuadernos e incluso las hojas que realiza “uso muchos pétalos de flores” agregó. Asimismo, enfatizó que para ella la portada es “como la puerta de un libro, para mi un cuaderno es un mundo infinito”.
Por ello siempre busca de hacer portadas diferentes “quiero romper con lo convencional, por ello las portadas no se repiten, me cuesta mucho trabajar en serie”. Lo mismo le pasa con la costura “ver una belleza en el tejido, que no tiene nada que esconder es muy bonito”.
Una forma de enseñar a valorar
Maggi con su habilidad ha querido dejar un impacto positivo en la sociedad, por ello enfatizó que busca “llamar la atención de las personas y recuperar el sentido de valor por las cosas”.
Es tratar de cambiar el mundo desde pequeños pasos y que un cuaderno vaya más allá “detrás hay un proceso, muchos árboles y personas”.
“Me parece muy valioso que como sociedad no perdamos el sentido de valorar y además aportar en cuanto al tema del reciclaje, es algo necesario, es como regresar a lo más natural y autentico”, concluyó.