Tiene sus raíces en Italia, isla de Sicilia. Se formó como respuesta a la opresión feudal y española. Sociedad secreta que se oponía a élites locales y autoridades extranjeras. Operaba en la sombra para protegerse contra la opresión oficial y terratenientes. Su estructura jerárquica, códigos de lealtad y sentido de la justicia, la convirtieron en una organización única. Para transformarse luego, en un consorcio criminal. Durante la Ley Seca en los Estados Unidos, infiltraron la distribución ilegal de alcohol, expandiendo actividades al contrabando en general, el juego clandestino, la prostitución, extorsión, chantaje, trata de blancas, comercio de drogas, negocio de órganos humanos, y cuanta porquería ilícita.
El oscuro y enigmático mundo criminal ha cautivado imaginaciones. Pero es más que la simple imagen estereotipada con traje negro y sombreros fedora. Es una organización delincuente con sistema de valores y subcultura arraigada. Entidad compleja, multifacética que deja huella indeleble, traza honda en la sociedad y la cultura. Evolucionando, y adaptando sus métodos, sin modificar la esencia de crimen organizado.
Percibida como “gobierno paralelo” proporciona servicios que el Estado no puede o no está dispuesto a brindar. La lealtad es fuerte y la traición se paga con la muerte. Norma que impone devoción, silencio y no cooperación con autoridades. Su desacato, es reprimido con intenso sufrimiento. El respeto por la autoridad y la jerarquía son pilares en la cultura mafiosa.
Política, esfera de la sociedad que se rige por principios democráticos, ética y buenas costumbres ciudadanas, está destinada a servir y promover el bienestar común. La mafia y la política son dos mundos aparentemente opuestos; pero han estado inextricablemente vinculados, testigos de un siniestro entrelazamiento; que colaborando y colisionando, socavan la integridad y desafían los valores de la democracia.
Sinónimo de labor prohibida, su influencia se extiende más allá. La infiltración mafiosa en la política se inicia con financiamiento a las campañas electorales y suministro de fondos a candidatos y partidos políticos, a cambio de favores futuros. Aprobación de leyes y protección de actividades. Quien se atreva enfrentarlos, corre peligro, creando un clima de miedo que disuade.
Su presencia posee efectos devastadores para la democracia. Cuando líderes e instituciones, son cooptados, enflaquece la capacidad del Estado para servir y proteger al ciudadano. Nada raro ni exclusivo privilegio de un solo país. La historia, ha documentado numerosos casos.
El problema carcome, la ciudadanía, gobiernos respetables y respetuosos de la Ley, deben trabajar incansables para erradicar la invasión de grupos criminales. Es fundamental preservar la integridad de la democracia para garantizar autoridades justas y transparentes.
La pandilla mafiosa deja un legado nefasto, aciago. La consecuencia social de su existencia es profunda. Violencia, intimidación, explotación. Los ciudadanos honrados, son atrapados en una telaraña de miedo, sordina y mutismo que dificultan la lucha. Es capaz de infiltrar y corromper a los aplicadores de la ley. La colusión entre políticos, jueces y policías, permite operar con alguna impunidad, erosionando la confianza en la justicia y carcomiendo el estado de derecho.
Mucho más que una organización criminal; es un fenómeno social complicado. Su impacto insondable y consecuencias devastadoras; afectan a nivel económico, cultural, político y social, desde la corrupción institucional hasta la glorificación mediática.
La relación entre mafia y política no es nueva. Los líderes del crimen organizado siempre han buscado influir en asuntos gubernamentales para proteger sus intereses. Lo que deteriora la confianza en establecimientos democráticos, desmejorando su legitimidad. Utilizan influencias, pudiendo tener control sobre áreas geográficas o sectores de la economía.
La lucha contra los patoteros en la política es desafío constante para valientes, amenaza para la democracia. Investigaciones y operaciones policíacas han llevado a la detención y condena de políticos corruptos y mafiosos en el mundo. Sin embargo, la lucha es ardua y espinosa, operan sigilosos en la sombra y utiliza tácticas sofisticadas para evitar ser detectada.
La ciudadanía tiene derecho a exigir transparencia y rendición de cuentas. Instituciones y fuerzas del orden, deben comprometerse en eliminar la influencia corrupta de la mafia en la política, garantizando la aplicación de la ley equitativa y justa.
La mafia maltrata los cimientos de la democracia y lastima el bienestar de la sociedad. Abordarla es esencial para preservar principios democráticos, de pundonor y decencia para restaurar la confianza. La reyerta contra la alianza entre el crimen organizado y la política, es prioridad constante.
@ArmandoMartini