Durante las semanas que Yeison y Nico tardaron en emigrar desde Venezuela a Estados Unidos, recorrieron peligrosas selvas y pasaron sobre un cadáver.
Por Clarín
Se han vuelto tan inseparables que Yeison vendió su celular para que ambos tuvieran dinero suficiente para continuar su viaje en autobús. Ahora que Yeison se prepara para entrar por fin a Estados Unidos, es probable que tenga que dejar atrás a Nico. Y todo porque Nico es una ardilla.
Este hombre de 23 años y su mascota son un reflejo inusual pero rotundo de las elecciones emocionales que toman los migrantes sobre qué llevar -y qué dejar atrás- cuando se embarcan en el peligroso viaje hacia el norte.
Yeison, que rechazó identificarse con su apellido por temor a la seguridad de su familia en Venezuela, dijo que ir sin Nico no era una opción. Pero en México podrían verse obligados a separar sus caminos.
Yeison, que es uno de los millones de venezolanos que huyen de la inestabilidad política y económica en su país, logró una cita para presentarse en la frontera y solicitar asilo en EE.UU. Normalmente, no se permite que los animales crucen la frontera. “(Sería) otra vez comenzar prácticamente desde cero sin Nico”, afirmó Yeison dispuesto a no dejar a su mascota.
Llevar lo que puedan
Muchos de quienes emprenden la travesía de aproximadamente 4.800 kilómetros hacia la frontera del otro lado del Río Bravo lo hacen con aquello que pueden llevar a cuestas y con sus seres queridos. En el caso de Yeison, es una ardilla con una franja negra y motas de pelo blanco, que viajó dentro de un gorro de punto rojo en el interior de una mochila.
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