Era un secreto a voces la competencia descarnada entre una modelo que parecía llevar la corona que otorgan los mejores diseñadores y las grandes marcas, y otra que recién surgía. El origen no las emparentaba: una era de Alemania y la otra, de Argentina. Pero la belleza sí. Y el parecido físico también. Por eso, a Claudia Schiffer -la dueña de aquel cetro- no le hizo gracia la aparición de Valeria Mazza -a quien muchos creyeron ver como aspirante al trono-. Y… “No me la hizo fácil”, reconoció recién ahora -casi tres década después- la rosarina criada en Paraná, que llegó a triunfar en las pasarelas de Europa allá por los 90.
Por infobae.com
Aunque “Claudia ya era Claudia”, como grafica Mazza, Schiffer percibió en aquella novata a una rival directa. Y un poco presa de la envidia y otro tanto de los celos, colocó piedras en su camino a la elite del modelaje. “Siempre hubo tensiones entre nosotras, las pasarelas pueden ser un lugar competitivo”, reconoció Valeria en uno de los episodios de Un sueño dorado, su documental en Paramount+ estrenado el domingo 8 de octubre. Y así, le puso voz pública a un secreto añejo que poco tenía de privado.
Lo dicho: la década del 90 le perteneció a las supermodelos. Por encima de las actrices y las cantantes, eran las celebridades máximas. Trascendieron la moda, saltando de las pasarelas a las pantallas televisivas y los sets de filmación del cine. Acapararon la atención de la prensa. Marcaron tendencias, impusieron modas. Protagonizaron los romances más comentados. Cindy Crawford, Naomi Campbell, Helena Christensen, Kate Moss, Linda Evangelista, Tyra Banks y Elle Macpherson. Y por sobre todas, la gran estrella: Claudia Schiffer, la más famosa de las top models.
Nacida el 25 de agosto de 1970 en Rheinberg, Alemania, aterrizo en el mundo fashion con 17 años. Antes, Claudio había sentido como una condena a esos 180 centímetros de altura que cautivarían a las pasarelas más afamadas. La acomplejaron en su etapa escolar. Sus compañeros se burlaban por esa característica que la distinguiría en la moda: sufrió bulliyng por el solo hecho de tener una estatura superior a la mayoría de los varones.
A la par, por provenir de una familia acomodada económicamente, también vivía cuestionamientos. Todo cambió en la secundaria, ya en plena adolescencia: ese estilo que la marcaría siendo mayor, lo inició en sus últimas periodos en el colegio. Y es que en un momento la situación se revirtió. Aquellas risas hirientes mutaron en adulaciones que, de todos modos, la joven Claudia jamás buscó. Ese giro a la popularidad y el reconocimiento la tuvo sin cuidado. “Nunca sentí la necesidad de estar en el foco de atención. Nunca me interesó buscar eso cuando era chica, ni tampoco de grande”, contó en alguna oportunidad, durante la presentación de una campaña para la marca de ropa Guess, cuyas publicidades asentaron su fama.
Schiffer no tenía pesando dedicarse al modelaje cuando el agente Michel Levaton la descubrió en un pub de Düsseldorf y le recomendó que se presentara en su agencia. Esa joven de 17 años aceptó el consejo y al otro día fue a las oficinas, con un book precario bajo del brazo. “Cuando empecé, no fui a la agencia y dije: ‘Quiero ser modelo’. Nunca lo vi como: ‘Quiero ser famosa’. Lo enfoqué más bien como: ‘Quiero ser buena y llegar a lo más alto’”.
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