Las confesiones de Joan Collins: los abusos que sufrió, el aborto con Warren Beatty y sus cientos de amantes

Las confesiones de Joan Collins: los abusos que sufrió, el aborto con Warren Beatty y sus cientos de amantes

Joan Collins a través de los años. Estrella del cine, protagonista de Dinastía, polémica y siempre activa (Fotos: @peterkidder / Twitter -@22davidperez / Twitter – archivo)

 

Joan Collins tiene 90 años, más de siete décadas en el mundo del espectáculo, varios éxitos, un personaje inolvidable como Alexis Carrington en la serie Dinastía, cinco maridos y una profusa lista de amantes famosos.

Por infobae.com





Joan Collins tiene 90 años y un libro de memorias nuevo en la calle. Después del éxito de Dinastía siguió los pasos de sus hermana Jackie y escribió 15 libros. Novelas, textos de autoayuda, de moda y varios de memorias. El primero de ellos fue un enorme suceso: Pasado Imperfecto. Repleto de nombres propios, confesiones, chismes y amoríos secretos escaló hasta lo más alto de las listas de los más vendidos. Con los años editó otros y hasta un diario. En cada uno de ellos las revelaciones sorprendieron. Cuando pocas semanas atrás se anunció en el mercado anglosajón la aparición de Behind The Shoulders Pads (Detrás de las hombreras, implemento casi obligatorio en su vestimenta) las expectativas no eran demasiadas ¿Qué podía contar de nuevo? Los primeros lectores respondieron rápido: mucho.

Maquillaje abundante, los ojos remarcados, los labios siempre de un rojo resplandeciente, muchos brillos, vestidos suntuosos y hombreras, siempre hombreras. Joan Collins, en público, siempre se mostró espléndida. Tiene clase, carisma, desparpajo, varios ex maridos y demasiadas historias para contar.

Nació en Londres en 1933. Fue la hija mayor de una profesora de baile y de un manager de artistas. El primer contrato cinematográfico lo firmó con un estudio inglés a los 17 años. La llamaron la enfant terrible del cine británico, la chica mala. Dice que se trató de un malentendido: “La gente creía que yo era mala, que era peligrosa. Nada que ver: era inocente, bastante ingenua. Lo que pasa es que tenía pelo negro, ojos verdes, me vestía con ropa apretada y todos daban por sentado que era ardiente y problemática”.

Un productor londinense le ofreció un contrato importante para una película. Al finalizar la reunión le ofreció acercarla a su casa. Ella se negó pero él insistió y agarrándola del brazo la llevó hacia su auto. Allí, mientras manejaba, el hombre se abrió la bragueta y a la fuerza llevó la mano de la joven actriz hacia su pene. Ella gritó y se resistió. Él sorprendido le preguntó: “¿Qué te pasa? ¿No querés el papel?”. Joan con un hilo de voz dijo: “No tanto”. El productor le preguntó entre enojado y sorprendido si era frígida.

Cuando era adolescente y todavía era virgen, el actor Maxwell Reed la emborrachó y la drogó para después violarla. Mientras estaba inconsciente, le arrancó el vestido y la ropa interior y la penetró. Joan, desoyó el consejo de su padre, y se terminó casando con Reed. Ella dice que hoy es difícil de entender, pero que parecía bastante lógico en esos años. El matrimonio duró siete meses que se convirtieron en un infierno para Collins: maltrato, golpes y abusos cotidianos. El acto final fue el intento del actor de vender a su joven esposa a un jeque árabe por 20.000 dólares.

Poco después llegó a Hollywood. En este libro cuenta uno de los primeros encuentros que tuvo. En la barra de un bar vio a una mujer rubia, tomando sola. Estaba apesadumbrada. Hasta que no giró y le habló, no la había reconocido. Era Marilyn Monroe que se quejaba porque le habían negado un papel en una película por considerarla vieja. Paradójicamente, el rol terminó siendo para Joan. Marilyn la aconsejó. Le dije que se cuidara de los hombres de la industria. Joan respondió, algo presumida, que ella no iba a tener problemas, que ya había liado con algunos de ellos en Londres: “Todas estamos acostumbradas a algunas palmaditas en la cola y a que nos miren el escote”. Y agregó que si alguien sacaba su miembro sin consentimiento delante de ella, le pegaría un rodillazo en los testículos. Marilyn, acaso la haya mirado con algo de lástima, y concluyó: “Acá es distinto. Los jefes de los estudios son poderosos. Si te negás, te pueden dejar fuera del ambiente para siempre”.

Joan recuerda su encuentro con Darryl Zanuck, magnate de la industria, que la acorraló contra una pared diciéndole que era el más grande y fuerte de la industria, y que podía durar toda la noche. Joan que nunca fue tímida, se quedó sin palabras por primera vez en su vida y logró fugarse de la escena para volver temblando al set.

Perdió varios papeles porque la condición para obtenerlos era que fuera “lo suficiente buena” con el director o los productores.

Los actores protagónicos también tenían lo suyo: “Las estrellas masculinas estaban convencidas de que tenían el derecho divino de acostarse con su coprotagonista”, escribe.

Cuenta que Richard Burton estaba desolado cuando Joan rechazó sus embates. Abatido le dijo que por culpa de ella iba a perder un récord, el de haberse acostado con todas las actrices con las que trabajó.

Algo similar le ocurrió con George Peppard, el que después sería el líder de Brigada A. Peppard la acompañó a su casa el primer día de rodaje y se tiró sobre ella. Collins lo rechazó. Le dijo que estaba casada y que tenía dos hijos. El actor le enrostró que era demasiado estructurada, que su cabeza era excesivamente cuadrada. En los días siguientes, en el set, en cada escena romántica él se propasó hasta que Joan tuvo que gritar que por favor le sacara la lengua de la garganta y las manos de su cuerpo. George Peppard fue el primer actor elegido para lo que después sería Dinastía –en ese momento se llamaba Petróleo el proyecto- pero por su carácter difícil fue excluido. “Hubiera sido un infierno trabajar con él 9 años”, concluyó Joan.

La actriz reflexiona sobre el caso Harvey Weinstein (cuenta que se babeaba mientras comía) y el MeToo. Afirma que los hombres en Hollywood se comportaron por décadas como chacales, eran depredadores que no tenían ningún límite. Estaba naturalizado el abuso.

Uno de sus primeros novios (después) célebres fue Warren Beatty. Ella quedó embarazada y ambos decidieron abortar. Shirley MacLaine, la hermana de Beatty (según muchos el vínculo fraterno es lo que la convirtió en la única mujer de Hollywood que no se acostó con Warren), le preguntó insistentemente cómo era Warren en la cama. Joan respondió: sobrevalorado.

Joan reconoce que al menos dos de sus bodas ocurrieron porque estaba desesperada por tener hijos.

A los 30 se volvió a casar. Fue con el actor y cantante Anthony Newley. Tuvieron dos hijos. Este nuevo intento tuvo un efecto secundario del que Joan se arrepintió durante años: abandonó su carrera durante un buen tiempo. Al retomarla, le costó mucho regresar a los primeros planos.

El tercer marido fue el productor discográfico Ron Kass; con él tuvo el tercer hijo. Tampoco duró demasiado.

El siguiente de sus maridos fue Peter Holm, un comediante del que Michael Caine dijo que parecía un humorista sueco, que provocaba tantas risas como una almohada.

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