La migración en América Latina vive uno de los momentos más álgidos de su historia. Las cifras de personas cruzando el Tapón del Darién han roto todos los registros y, según la OIM, la frontera sur de Estados Unidos es la ruta terrestre más peligrosa del mundo.
Catalina Lobo-Guerrero, periodista e investigadora colombiana, indagó sobre el tema y preparó un trabajo para Ojo Público titulado “Migrar: el hemisferio en movimiento”. Allí identificó un par de sucesos que cambiaron la dinámica migratoria en América Latina.
“A partir del 2010 en adelante, los casos de haitianos y cubanos, luego los venezolanos, modificaron la tendencia de la migración que antes de eso se limitaba a ir a Estados Unidos. Muchos de los migrantes centroamericanos siempre querían ir al norte”, dijo la investigadora en una entrevista para la cuenta @migramonitor.
El devastador terremoto en Haití del 2010, según algunas agencias internacionales, mató a más de 200 mil personas, mientras que la migración venezolana ha sobrepasado los 7,7 millones de personas, aunque otras organizaciones como el Observatorio Venezolano de la Diáspora, la cuantifican en más de 8,5 millones; ambos hechos fueron determinantes para el desarrollo de una nueva tendencia en las rutas migratorias en el continente.
“Estos dos hechos hicieron que las rutas que emprendieron los migrantes fueran cambiando. Ya no solo se trató de ir al norte sino también al sur y a las islas del Caribe. Países como Colombia, que no tenía tradición de acogida, desde 2015 recibió a más de 2 millones de venezolanos. Lo mismo sucedió en Ecuador, Perú y hasta Chile, cuyos habitantes migraban a Estados Unidos o España, ahora son receptores”, dice Lobo-Guerrero.
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