“Pero desde entonces, los teóricos económicos llegaron a reconocer el valor de las políticas industriales. Ahora sabemos que existen muchos casos en que la intervención del gobierno está justificada. El interrogante, entonces no es si deberían existir o no las políticas industriales, sino como se las debería gestionar.”
Esta circunstancia, como lo señala Hausmann, efectivamente, coincide con los cambios últimos en las políticas económicas nacionalistas adelantadas por el gobierno Biden. Dicha administración ha profundizado el uso de políticas industriales con la Ley Chips y Ciencia de 280 mil millones de dólares para apoyar a la industria de semiconductores en USA y reducir la dependencia China, al igual que la Ley de Reducción de la Inflación con 370 mil millones de dólares en subsidios para enfrentar la crisis climática y acelerar la transición eléctrica. Esta es la realidad concreta en USA, con sus repercusiones proteccionistas símiles en Europa y otras partes del globo.
Sin embargo, esta afirmación, que es en sí un cambio radical de paradigma, para el economista liberal o neo liberal, le plantea una serias de interrogantes. Sospechamos que en realidad el liberal conservador no ha cambiado de paradigma porque cambiar le altera toda la estructura de la construcción de su edificio intelectual. Para muestra un botón. El profesor Lipton Matthews colaborador del The Federalist, American Thinker, Imaginative Conservative y del Mises Institute, concluye su artículo sobre la política industrial, de fecha 12/28/2022 diciendo:
“A pesar de los datos sobre la deficiencia de la política industrial, muchos hacen lobby a favor de su aplicación. De hecho muchos teóricos de la economía atribuyen al Milagro del Este Asiático a los altos niveles de capital humano y a las reformas del mercado. Las políticas industriales, obviamente coincidieron en el éxito de esos países, pero nunca fueron la causa de la prosperidad”. (negritas nuestras)
En resumen, el cambio del paradigma es de algunos economistas, pero no de los liberales conservadores.
Para los venezolanos, la afirmación de Hausmann de la cual parece ser coparticipe nos llena de reflexiones e inquietudes.
El modelo liberal ejemplificado por el Consenso de Washington (1989), basándose en la teoría económica liberal clásica, proponía que la intervención del estado en la economía era nociva y sustentaban su razonamiento, particularmente, con los argumentos esgrimidos por la Escuela de Chicago. Entonces nos preguntamos:
¿Si ahora descubren que las políticas industriales y la intervención del estado en la economía, es viable, que era diferente en los años noventa cuando Pedro Tinoco, Miguelito Rodríguez, Moisés Nahím, Ricardo Hausmann, los IESA BOYS, impusieron las medidas del Consenso de Washington, llamadas por ellos El Gran Viraje y por sus detractores El Paquetazo en su versión de SHOCK, desdeñando cualquiera sugerencia de gradualidad?
Las consecuencias de la aplicación de las medidas, con excepción de la privatización, sin tomar en cuenta la circunstancia política y económica concreta del país, está clara: El gobierno de Pérez quedó inconcluso; la apertura económica, sin cortapisa, acabo con la mitad de la industria. Las políticas monetarias implementadas por Tinoco condujeron al Deslave Bancario de 1994 (Banco Latino) y la desaparición de la mitad del ahorro ciudadano. Entonces: ¿Estaban los IESA Boys equivocados?
La forma como veo las cosas es que la política industrial y su validez nunca dejó de existir, lo que cambio fue la valoración de algunos teóricos, ciertamente no de los conservadores del liberalismo, teóricos que ahora ante una realidad concreta, de subsidios apoyados también por el partido Republicano, concluyen que la política industrial está de vuelta.
El problema de fondo, no es si las políticas industriales son buenas o malas. La política industrial es una de tantas políticas económicas en el arsenal de los gobernantes. Hay políticas industriales acertadas o desacertadas dependiendo de las condiciones y circunstancias del entorno, así como del grado de magnitud de la medida. Por ejemplo, un arancel bajo es adecuado, uno alto o la prohibición de importaciones inadecuado y solo trae problemas. El proteccionismo es inadecuado, porque constriñe el crecimiento del sector industrial exclusivamente al mercado interno, que es limitado. Por ejemplo.
Como diría el filósofo: Todo con moderación.
Gerardo Lucas. Economista/Historiador. https://gerardolucas.wordpress.com/