Jude Bellingham, la gran estrella del Real Madrid, ya es también la gran estrella de Inglaterra. El centrocampista, que sigue tocado por la varita del fútbol, intervino en dos de los tres goles de Inglaterra contra Italia (3-1) y certificó la clasificación de los ‘Tres Leones’ para la Eurocopa de 2024.
No le hizo falta anotar esta vez al inglés para ser decisivo. Por pura potencia forzó el penalti del 1-1, anotado por Harry Kane, y con una recuperación en campo propio y una arrancada desde 50 metros, le cedió el esférico a Marcus Rashford para que culminara la remontada ante los ‘azurri’ y se consagrase en Wembley.
Porque la afición inglesa llevaba meses escuchando las andanzas de Bellingham por Madrid, pero apenas lo habían disfrutado contra Escocia, en un encuentro que se disputó en el lejano Hampden Park. Quería su gente verle más de cerca, pero Gareth Southgate le dejó en el banquillo ante Australia y tuvieron que esperar hasta este martes para observar su exhibición.
Bellingham tiene la capacidad de atraer miradas y la confianza para que todos sus compañeros le busquen, porque saben que en sus pies el balón está seguro y porque lo más probable es que la jugada solo mejor al pasara por él.
No le costó ni cinco minutos empezar a jalear a la afición en un simple saque de banda, pero es que Bellingham sabía que era su noche, que era el día para brillar con el ’10’ a la espalda y 90.000 personas en la grada.
Por eso no se desinfló cuando Italia, aprovechando un fallo de marca de John Stones, se adelantó por medio de Gianluca Scamacca, un tanto que podía retrasar el pase de Inglaterra al torneo de Alemania. Era un recuerdo de lo ocurrido hace dos años en este escenario, pero por entonces con una copa por en medio.
Los ingleses comenzaba por detrás, pero Bellingham tenía claro que no sería ese el final. A la media hora, tiró una pared con Harry Kane y se deshizo de la defensa, al entrar en el área por pura potencia, Di Lorenzo lo mandó al suelo. Penalti claro.
Lo marcó Kane, con su tanto número 60 con la selección, y Bellingham ya tenía su primera muesca en el partido.
Se llevaría alguna más, en la cara y en la pierna, tras un par de lances peligrosos con los italianos, pero la mejor marca la dejó ya en la segunda parte, cuando en una ofensiva transalpina se lanzó al suelo a rebañar un esférico en disputa.
Era un simple corte, pero se levantó rápido y comandó el contraataque. Con un autopase por encima de la cabeza de un defensa italiano, formó la transición y cuando ya avistaba el balcón del área le cedió la pelota a Rashford para que culminara un golazo que dejó como una estatua a Donnaruma.
A quince minutos del final y con Italia volcada por el empate, Kane aprovechó una indecisión de la defensa para seguir aumentado su cuenta goleadora. 61 tantos para el capitán inglés, cuya pólvora sigue intacta pese al exilio a Alemania.
Bellingham, pese a no marcar, se sentía bautizado en el templo del fútbol, allá donde Bobby Moore y Bobby Charlton triunfaron hace 57 años y donde los ingleses han vivido gran parte de sus alegrías y sobre todo de sus desazones.
El jugador del Real Madrid es la nueva esperanza de una selección que sabe que en cinco años hospedará aquí la final de la Eurocopa y que es consciente de que tiene a uno de los grupos más fuertes no solo del continente, también del mundo.
De momento, están ya clasificados para la cita de Alemania, haciendo intrascendentes los encuentros ante Malta y Macedonia del Norte, y acaban de descubrir que el Bellingham del Real Madrid también se adapta a la selección.
A Italia, la vigente campeona de Europa, le hará falta ganar a Macedonia del Norte y a Ucrania para poder estar el verano que viene en Alemania. De no hacerlo, se quedarán fuera de otro gran torneo, después de perderse el Mundial de Catar. EFE