El 22 de octubre trazó la ruta de Venezuela hacia un desafío audaz contra la tiranía. La elección de María Corina Machado como la figura de oposición principal para enfrentar al régimen en 2024, simboliza un paso certero, aunque arduo, hacia el restablecimiento del orden democrático. Pero esta elección, lejos de ser un paseo triunfal, marca la apertura de un tablero de ajedrez geopolítico donde cada movimiento cuenta.
La reacción del régimen fue inmediata, anclándose en la falacia de la “inhabilitación” de Machado, en un intento desesperado por retener el control del desgastado panorama político. No obstante, si Cilia Flores logró negociar con el gobierno de los Estados Unidos la liberación de sus sobrinos, condenados a 18 años de prisión por delitos de narcotráfico, estamos más que preparados para exigir a la administración estadounidense no solo anular estas inhabilitaciones espurias impuestas a María Corina Machado por el régimen venezolano, sino también para demandar, sin concesiones, tal como María Corina misma lo manifestó, la salida de Nicolás Maduro del poder.
María Corina, tu victoria resuena en el escenario global, y conlleva una responsabilidad inmensa. La estrategia para la transición debe ser tan sólida como el deseo de cambio. La consideración del aspecto militar en cualquier negociación es vital; ignorarlo es navegar a ciegas en un mar tormentoso. La estructura militar, moldeada por Hugo Chávez bajo la tutela de Cuba, se ha infiltrado en la médula de la sociedad venezolana. No hay salida sin desmantelar esta militarización que ha degenerado en mafias que hoy controlan las esferas de poder. Se hace necesario incluir en esa negociación para la salida de Maduro del poder, la salida también de los miembros del estamento militar que ostentan el verdadero poder, incluso muy por encima de Maduro y Diosdado Cabello.
La percepción de una Fuerza Armada unificada y disciplinada es una falacia. En su lugar, enfrentamos agrupaciones mafiosas que controlan desde el oro hasta las drogas, entrelazadas con la narco-guerrilla. La estrategia no puede limitarse a dialogar con figuras como Padrino López, se debe extender a los que manejan las redes corruptas que estrangulan la economía y la justicia en Venezuela.
La ruta hacia 2024 es una de resistencia, inteligencia y, sobre todo, de confrontación estratégica. La diplomacia debe ser tan fuerte como la determinación de desmantelar las estructuras corruptas que sostienen a Maduro en el poder. María Corina, el llamado es claro: la negociación por la salida de Maduro debe ser tan intransigente como la exigencia de restaurar la integridad en nuestras instituciones militares y judiciales.
El horizonte está cargado de desafíos, cada uno demandando una respuesta precisa y audaz. Solo así, desmantelando la trama corrupta y enfrentando la realidad militar, podremos redirigir el rumbo de Venezuela hacia la democracia.
El 2024 no es solo una fecha, es el eco de un desafío que resuena en cada rincón de Venezuela y más allá de sus fronteras.
@CarmonaBorjas