Una fascinación, no sin cierta carga de incredulidad arropó, como un manto de sarcasmo, a los sectores políticos del país, que aun parecían en shock un día después del triunfo absoluto de María Corina Machado en las primarias de la oposición. La estrategia del partido de Gobierno arrancó hace muchas semanas con Diosdado Cabello repitiendo que esos comicios no se realizarían mientras incitaba a la discordia entre los candidatos; apostaron a que las amenazas de botar empleados, suspender bonos y bolsas de alimentos, surtiría efecto. Nada detuvo la avalancha de electores; ni el fantasma de los grupos de choque, ni la prohibición de transmitir que Conatel impuso a radio y televisión, ni la suspensión del suministro de combustible en casi todo el país, ni la prohibición de usar las escuelas como centro de votación.
Por Sebastiana Barráez / infobae.com
Pero sucedió algo más, no hizo falta el Plan República, como dijeron, en conversación con Infobae, militares en situación de retiro que se formaron en los distintos componentes. Tradicionalmente en las elecciones en Venezuela los militares juegan el rol de mantener el orden en los centros de votación y la custodia del material electoral, con el llamado Plan República.
Los militares pasaron de gozar del respeto y aprecio de la sociedad civil como una institución de todos los venezolanos a ser considerados el brazo armado del régimen venezolano, perdiendo con ello la validez de actor independiente en la diatriba política.
En las elecciones primarias hubo participación de un importante número de votantes que se concentraron en los centros de votación, algunos incluso al aire libre, alineados en largas filas donde pacientemente esperaban para ejercer su voto.
No hubo soldados armados ni nadie que controlara las masas de electores y aun así no ocurrió un solo hecho de desorden público, los dos incidentes los causaron los mal llamados “colectivos”, quienes llegaron con sus motos y sus armas a sembrar miedo y a robarse las cajas de los votos. Ni siquiera eso empañó el hermoso acto de civilidad que, contra toda adversidad, se llevó a cabo el domingo 22 de octubre.
Los militares saben que el evento electoral puede ser organizado por la sociedad civil, por los partidos políticos, por los voluntarios. ¿Acaso no fue el voluntariado el que participó en las elecciones primarias del domingo pasado? ¿Qué hubo retardos? Si porque el material electoral fue entregado el mismo día, porque la mayoría de los centros estaban en estacionamientos, parques, en sitios abiertos donde se colocaron toldos. A pesar de la tormenta que cayó en varias partes del país la gente permaneció con estoicismo en las colas de votación, algunos extendieron sus paraguas, otros se colocaron un plástico sobre la cabeza y los hubo quienes permanecieron dejando que la lluvia cayera sobre sus cabezas.
La logística también fue con voluntarios. No fue nada fácil el transporte del material, porque la entrega del cotillón, el kit donde estaban los cuadernos de votación, las cajas, los bolígrafos se entregó el mismo domingo en los miles de centros de votación. Hubo las lógicas fallas, como en un centro en Barcelona, estado Anzoátegui, que a las 2:00 de la tarde los cuadernos electorales no habían llegado, como excepción.
Sin Ley Seca
El capitán de navío Daniel Enrique Cárdenas Bullón relata que recorrió cuatro centros de votación reafirmando la expresión que ha corrido por las redes sociales: “Si algo nos pudimos regalar los venezolanos es la absoluta prescindencia de ese elemento intimidador para el ciudadano como lo es la presencia de militares en los centros de votación”.
Recuerda que “en la consulta aquella de El Firmazo, el 28 de abril de 2016, reiterada este 22 de octubre, se pudo evidenciar, no precisamente en El Hatillo, pero sí en el oeste de Caracas donde hubo zánganos que se prestaron para maltratar a los votantes en las colas e intentar sabotear y socavar el derecho legítimo del ciudadano a expresarse”.
“Aunque la situación meteorológica no fue benévola con los votantes del oeste de Caracas, a pesar de todo eso la gente se mantuvo incólume y con un orden y civismo ciudadano que es lo que uno anhela para Venezuela; que ese civismo demostrado sea el que presida nuestra cotidianidad republicana. Si algo demostró la innecesaria presencia de elementos extraños al acto ciudadano del ejercicio legítimo del voto, fue precisamente el del Plan República, que se justificó por allá en los años 60 este 70 por la guerrilla urbana y porque el voto era obligatorio. Fue un mal que se dejó mantener como que si fuera un derecho”.
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