René Higuita se para frente a la cámara y repasa un álbum de recuerdos. El lente se queda con las imágenes, pero la verdadera revelación está en el audio. El antioqueño, a sus 57 años, toma la palabra y decide que es momento de que sea su voz la que exponga los entresijos de su doble condición: la del portero más espectacular y el más controvertido que ha tenido Colombia.
Por eltiempo.com
En Higuita: el camino del escorpión, documental que se estrena este jueves en Netflix, el “ser humano perfectamente imperfecto”, como se define, comanda por primera vez el relato público de su vida. Y lo hace escarbando entre milagros y pecados adentro y fuera de la cancha, con el objetivo de “defenderse”.
Así se lo confiesa a EL TIEMPO en una charla en la que aborda la relación que tuvo con el narcotraficante Pablo Escobar, su postura ante los juicios de la sociedad, su mirada del fútbol actual y la necesidad de que otro ‘Loco’ se adueñe de la cancha.
¿De dónde nace el impulso por hablar de su vida en este momento?
Esta es una oportunidad única en mi vida. En las otras producciones que se han hecho sobre mí, el relato ha sido un 50/50: 50, que he contado yo, y 50 que cuentan los demás para atraer el público, muchas veces con morbo. Acá, a mis 57 años, soy yo contando toda mi vida al 100 por ciento, con las cosas buenas y de pronto algunas malas. Esa es la gran revelación del documental, que soy el que habla y lleva el hilo del cuento.
¿Siente que los colombianos tienen una imagen suya distorsionada?
Todo apunta a allá. Hay una frase que me dijeron hace poco y que tengo muy presente: “No se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría”. Yo la escuché y dije: ‘Mierda, ahí estoy yo’, entonces todo mundo opina de uno y, con tanto juicio y tanta cosa, se enreda la vaina. A mí me han puteado, me han dicho guerrillero, narcotraficante y hasta paramilitar… y entonces al final yo digo: ‘Bueno, defínanse a ver qué es lo que soy’. Mire que, por ejemplo, yo siempre he ido a misa y nunca han dicho que soy el Papa (risas). La gente va acomodando su relato, pero pues uno no es medallita de oro pa’ caerle bien a todo el mundo.
¿Lo que viene entonces es ‘su verdad’?
Sííí, sin lugar a dudas esta es mi verdad, y lo es también basado en lo que dicen muchos, porque personas que realmente me conocen aparecen hablando en el documental.
Entonces sí influye lo que dicen los otros…
Claro, pero los que han conocido al ser humano. Esto es un testimonio de que, a pesar de las dificultades, se puede salir adelante. Es una oportunidad para recordarle a la gente que somos imperfectos, que estamos lejos de tener un rumbo ideal, pero nos acercamos un poquito a lo esperado cuando reconocemos los errores. Y, con todos los errores que se han cometido, tenemos la posibilidad de que cualquier momento es importante para cambiar.
¿Hay algo de lo que se arrepienta?
No…, yo cómo me voy a arrepentir de algo, yo no tengo que arrepentirme de nada. Por ejemplo, cómo me voy a arrepentir de hablar bien de las personas, de conocer a la gente desde el corazón, de ser amigo…
“Soy amigo…”, una frase que pesó en su momento
Sííí, yo se la dije a un periodista cuando salí de ver a Pablo Escobar en la cárcel de La Catedral, y en el momento en que todo eso pasaba, me decían: “¿René, usted por qué hace eso?”, “¿por qué hace aquello?”, y yo pienso y digo: ‘Dios mío, pero si se me arriman, me buscan, quieren conectar conmigo, pues yo quiero ser ese amigo, ese apoyo…’ Y yo le hablo de personas que han estado en el narcotráfico, en la guerrilla y otras cosas. El día de mañana, cuando uno no haga parte de este mundo, no puede ser que confundan a una persona respetuosa y humilde con alguien débil, tonto o huevón.
Usted estuvo en prisión nueve meses por mediar en la liberación de la hija de Luis Carlos Molina, que había sido secuestrada…
Sí… y en el documental habla ella por primera vez. Yo toco ese tema porque tengo la consciencia tranquila, porque si no es así se escucha muy poquito. Yo vivo tranquilo porque de juzgarme a ser una realidad hay mucha distancia. Mire, yo tengo que defenderme ahora porque todo ese tema de los noventa me ha costado lágrimas y a mi familia también… pero hoy en día yo miro a la gente a los ojos y muchos me dicen: ‘Usted es el amigo que necesitamos’, y yo eso no lo cambio por nada. Después, claro, hay una justicia, primero divina y otra que, si uno comete sus equivocaciones, tiene que pagar por ellas. ¿Pero por qué el amigo es el que debe juzgar? Mire, por ejemplo, el tema político de hoy…
¿A qué se refiere?
Hoy hay un montón de críticas al Gobierno, que no es cosa de este, sino de todos los gobiernos. Y uno, listo, critique… pero tiene también que preguntarse ¿qué le aporta usted al Gobierno? Nosotros vemos las dificultades y podemos ayudar desde el corazón. Mire, si todos tratáramos de aportar desde nuestros campos, en vez de juzgar la cosa sería distinta.
¿Cómo aporta usted?
Yo puedo aportar desde el deporte, que es por lo que la gente me conoce. Pero, así como yo, hay otros que pueden ayudar desde la parte económica o social, pero todos tenemos que tratar de hacer algo. Si no hacemos lo que podemos, nunca veremos el país de amor y de paz que soñamos los colombianos.
¿Cuál cree que es su legado?
Yo, la verdad, me siento un romántico y un constante aprendiz de la vida. Por eso me place la felicidad que hoy siento de tener el espacio para desahogarme y hacer de limones limonada. Esta es la oportunidad de levantar mi voz y dejar un testimonio de vida.
¿Cómo ve lo que algunos hoy llaman el ‘fútbol moderno’?
El fútbol moderno lo empezamos nosotros en la Selección Colombia, lo que hay ahorita es una copia. Todos tenemos una manera de ver las cosas y es respetable. El fútbol es como la vida, que hay que enfrentarla y que de pronto con la experiencia, más lo que se le presenta a uno, puede hacerse una maravilla. Si nos juntamos, la hacemos; pero si no, jodidos. Ahora, nadie tiene la verdad del fútbol. Si nosotros nos unimos, vamos a mejorar mucho nuestro nivel.
Aquí en Colombia ha habido cruces de declaraciones entre los de su generación y la actual…
Hay un choque entre los de la época pasada y los de la juventud, pero como es vida, y todo tiene etapas, pues uno va aprendiendo. Ahorita los jóvenes dicen lo que piensan y creen que es la verdad, pasa el tiempo y uno descubre que de pronto se equivocó…
¿Cómo sería un René Higuita en el fútbol actual?
Igual, auténtico y loco…
¿Cree posible ver a alguien así hoy?
Hoy es más posible que nunca. Se lo digo, más que una posibilidad, es una necesidad. El fútbol actual necesita que haya otro René Higuita.