Así como no tenemos conciencia del aire que respiramos, porque lo damos por dado, igualmente no apreciábamos la democracia que nos regía, aunque sentíamos un timbre de orgullo, cuando se nos señalaba, como ejemplar sistema político del continente.
El 4F cobramos conciencia del exabrupto que significó atentar mediante una asonada militar primitiva y cruenta, contra la democracia de los 40 años.
Son 25 años los que llevamos dedicados a crear pensamiento político para tratar de entender este accidente histórico, en que por descuido insólito de una dirigencia desgastada y apoltronada, se fueron produciendo debilidades institucionales que abrieron el boquete por el cual se coló la claque depredadora de un militarismo atávico que creíamos, equivocadamente, superado.
Estos prolegómenos conducen a la evocación de nuestra alma mater, la UCAB, que está cumpliendo 70 años de servicio a Venezuela, y nos ha traído vivos recuerdos de las clases de Criminología, a cargo del sacerdote jesuita Fernando Pérez Llantada, de feliz memoria.
Cuando pensamos en el “ser de la claque usurpadora” que hemos venido caracterizando a lo largo de este último cuarto de siglo, saltan a la mente las clases sobre los positivistas italianos César Lombroso, Enrique Ferri y Rafael Garófalo, que reaccionaron en su tiempo a la consideración del delito, como ente jurídico abstracto, sin atender la vida humana del delincuente.
La ciencia de la Criminología, creada por Lombroso, subordina lo jurídico a lo biológico. Revela las inclinaciones psíquicas del hombre prehistórico desprovisto del sentido moral, y esto nos brinda pistas para aproximarnos, simplemente por natural y sincera asociación de ideas, como hipótesis y de ninguna manera una tesis consumada, a describir el “ser de la claque usurpadora”.
L’ Uomo delinquente de Lombroso, el hombre delincuente, su obra clásica refiere la patología y la psicología del delincuente nato. Habla de la mirada fría, inmóvil, vidriosa, a veces los ojos inyectados y escasa sensibilidad al dolor.
Contra esos despropósitos de la naturaleza no se nos ocurren soluciones finales, por Dios, sino la profilaxis de un gobierno democrático respetuoso de las libertades públicas, plena libertad de opinión, justicia y poderes independientes, educación de calidad para todos, respeto de los derechos humanos, y en fin, la plena vigencia del Estado de Derecho, con instituciones solidas favorecedoras de la convivencia social. El fortalecimiento de la familia, propiciar de nuevo su reunión, como parte integrante y fundamental de un Estado republicano.
También aplicamos, insisto, en una libre asociación de ideas al “ser de la claque usurpadora” algunas nociones del delito natural: delincuentes por predisposición. Son aquellos actos que lesionan el sentido moral del término medio de la población. Son hechos que hieren los sentimientos inherentes a la naturaleza humana, actos contrarios de los sentimientos de piedad y probidad (sensibilidad moral más elemental), incapaces de adaptarse a las exigencias elementales de la sociedad que causan repudio general.
¡Libertad para Javier Tarazona, Emilio Negrín y John Álvarez! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!