Es decir, sincronizar pensamiento, verbo y acción, pero necesariamente orientado al bien común y cambios favorables
Esta fue la apuesta de José Ingenieros en su obra clásica de 1913 “El hombre mediocre” cuando escribió que un verdadero ideal traduce un principio de comunidad social, que tiende a objetivarse necesariamente vinculada a la imaginación.
El ideal que procura cambios sociales positivos es consecuencia del pensamiento asertivo. Para Ingenieros, la imaginación tiene alas; vuela y por tal razón, corrige con rapidez cualquier desviación, puede rectificar con velocidad suficiente para retomar el rumbo hacia el acierto. Es una virtud imprescindible para cualquier persona que pretende imponer un cambio.
La naturaleza permite a todas las personas pensar; ahora bien, eso no significa que la mayoría de las personas piensan en forma acertada; menos aún, que todo pensamiento puede constituir un ideal.
Tampoco debe confundirse ideología con ideal pero eso puede ser motivo de otro escrito.
El verdadero propósito de un ideal bien orientado por la inmaginación, es anticiparse a la experiencia y por tal razón, adelantar esos cambios necesarios para generar valor agregado hacia el desarrollo y el bien social.
La experiencia avanza paso a paso y muchas veces se atrasa ante los acontecimientos y realidad de los hechos. La imaginación de personas virtuosas en la proyección y consecución de sus ideas hacia grandes ideales, ha sido el motor que ha generado los grandes cambios de la historia.
Muchos podemos recordar una vieja enseñanza gerencial que nos mostraba las diferencias en capacidades entre un empleado con experiencia que presumía del privilegio de su antigüedad y uno muy nuevo pero con esa sobrada inmaginación que produce iniciativa inteligente y adecuada.
Aquella anécdota que leímos cuando estudiantes, nos mostraba como un hábil gerente hizo ese ejercicio demostrativo y diferenciador en la famosa “Pez rubia”.
Los ideales son hipótesis de perfección, que entrelazan un pasado transitado y un futuro por transitar, imaginable y deseado; aunque incierto en su realidad. Las crisis producen personas valiosas con ideales necesarios.
En 1914 desde argentina, José Ingenieros es la voz sensata que retumba desde el “nuevo mundo”, ante una Europa en guerra, que a pocos meses de iniciada, ya anunciaba la catástrofe. Ante la magnitud de la crisis, dejó para la historia una de sus reflexiones de ese mismo año tituló “El suicidio de los bárbaros”
El 8 de mayo de 1918, aún retumbando los cañones de la gran guerra y con la certeza que Europa había perdido el rumbo, desde Suramérica, Ingenieros plantea al mundo el reto del cambio de ideales.
Como parte de su conferencia “Ideales viejos e ideales nuevos”, escribió contra lo que llamó “engañadora poesía del pasado”, que aquí me permito citar: INICIO DE LA CITA
“Cuanto más se estudia la Historia, mayor es el eco sentimental que despiertan los restos de las civilizaciones pasadas; una ruina informe, una piedra labrada, un herraje oriniento, un papel amarillo, mudos para el que ignora los sucesos y las costumbres de su época respectiva, tienen para el hombre ilustrado un poder sugerente que excede en mucho a su valor intrínseco.
Fascinación llena de peligros, ciertamente, como aquel cantar de las sirenas que turba el viaje de Ulises, en “La Odisea”.
Sólo una clara inteligencia del progreso puede impedir que tales sentimientos se conviertan en firme obstáculo a la comprensión de la Historia misma. Sin ese correctivo, creencias agonizantes suelen parecer preferibles a las nacientes, los otoños a las primaveras, los crepúsculos a las auroras. Y por una ilusión peligrosa, no rara en personas de cultura exquisita, la regresión a las supersticiones, escombros del pasado, llega a ser confundida con la construcción de ideales, arquitecturas de porvenir. Esto es lo que podemos llamar, con frase sintética, la engañadora poesía del pasado”. FIN DE LA CITA
Lo más difícil en esta Venezuela de ahora, es no repetir esos engaños del pasado que en forma de avalancha provocaron esta crisis. Evitar los cantos de sirena que en época de redes sociales nos invaden de todas las formas para engañar. Debemos intentar no oírlos para pensar en forma acertada, descubrir y apoyar las verdaderas y claras inteligencias orientadas para el progreso.
Solo hay que prestar mucha atención para poder diferenciar charlatanes de visionarios ,corruptos de honestos, y útiles de oportunistas. La diferencia favorable con respecto a la época de Ingenieros es que en pleno siglo XXI, internet y las redes, así como se presta para el engaño, también nos otorgan acceso a pistas hacia la verdad. Se requiere tener voluntad e interés para seguirlas y decidir con precisión ya que la suerte está echada.
Cnel. Ángel Alberto Bellorin
Doctor en Derecho Constitucional