A Yadira Pérez le vaciaron las nalgas.
Por BBC Mundo
Cuando muestra la foto del tejido que le extrajo el cirujano hace cuatro meses, apunta a unas esferas amarillas y viscosas.
“Esas pelotitas son los biopolímeros”, dice la fotógrafa venezolana de 43 años, como si ese cúmulo de tejido y sangre seca no fuera suyo.
“Algunas de esas pelotitas llegaron a incrustarse en el músculo de mi glúteo derecho y me producían un dolor insoportable”.
Yadira pagó para que le inyectaran biopolímeros en las nalgas cuando tenía 26 años.
Aunque se consideraba una mujer bonita y con buena figura, su novio de entonces estaba obsesionado con la idea de que tuviera el “culo grande”.
Y ella quiso complacerlo.
Cuando tuvo la primera menstruación después de inyectarse los biopolímeros, sus nalgas se pusieron rojas, duras y calientes. No podía sentarse ni acostarse.
Desde entonces, cada vez que le llegaba la regla tenía los mismos síntomas.
Los biopolímeros son sustancias sintéticas que permiten aumentar el tamaño de labios, senos y glúteos.
En 2021, 14 años después de que Yadira se sometiera a aquel procedimiento, las autoridades venezolanas prohibieron el uso de “sustancias de relleno” en cirugías estéticas, al igual que otros países de la región como Colombia, Brasil y México.
En vista de que muchos de estos procedimientos son informales o clandestinos, no existen cifras globales sobre pacientes inyectadas con biopolímeros.
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