El Dr. Alejo Zuloaga fue el primer rector de la institución en la que comenzaron a funcionar las Facultades de Derecho, Medicina, Ingeniería y Teología.
En 1904, la Universidad es clausurada por Decreto del general Cipriano Castro, hasta el 21 de marzo de 1958, cuando por el Decreto N 100 de la Junta de Gobierno que presidía el contralmirante Wolfgang Larrazábal, se abre la Universidad con el nombre: Universidad de Carabobo.
Hoy 131 años después de su fundación, nuestra alma mater carabobeña, atraviesa momentos turbulentos, antes también los había vivido, y a pesar de las dificultades supo encontrar el rumbo hacia tierra firme.
Sabemos que todos los tiempos son distintos y los obstáculos son diferentes, pero siempre han tenido algo en común, la censura desde el poder central, la constante lucha entre la autonomía y dependencia, el ahogo presupuestario y la persecución a las voces de profesores y alumnos que han enarbolado la bandera de la libertad.
En estos tiempos nublados, nuestra UC atraviesa una grave crisis, no solo la electoral que quizá es la menos importante, para mí el peor mal que padece nuestra querida Universidad es la sensación de la pérdida de la irreverencia, es el temor a la sumisión del poder interno y al externo, es la timidez de voces docentes, es el inexplicable comportamiento estudiantil cuya conducta solo se nota cuando aparecen al lado de autoridades y no del grueso de la comunidad. Soy autoridad y lo digo con propiedad pero con mucho dolor. Trabajo constantemente por el despertar de los estudiantes, de los profesores y de todos los trabajadores. Sí, por el despertar porque creo, que toda Universidad necesita debate y mucha disidencia. La discusión en el marco de la tolerancia y respeto, donde se imponga la fuerza de la razón y no el temor a la exclusión. Una Universidad temerosa es una Universidad muerta.
Con una angustia que me golpea constantemente siento que mi Universidad y toda la Universidad venezolana está muerta. Queridos amigos y compañeros, necesitamos revivir nuestra Universidad de Carabobo, alzando nuestras voces irreverentes, entender que expresar pensamientos e ideales distintos no es un atentado a la autoridad sino un respeto a nuestra dignidad de seres pensantes.
Hoy como nunca me comprometeré a luchar para revivirla.