Alfredo Maldonado: Nosotros los idiotas

Alfredo Maldonado: Nosotros los idiotas

Los pueblos de América, los que hemos votado una y otra vez, de norte a sur, a lo largo de los tiempos, por los connacionales equivocados, somos muchos más los que votamos por quienes no debemos, que los que votan por los adecuados, los que tienen la preparación y el conocimiento de lo que debían conocer.

Los que optaron por la simpatía y la forma física de Carlos Andrés Pérez en 1973 en vez de preferir la experiencia gerencial de Lorenzo Fernández. Los que se decantaron por Aleyda Josefina, su mamá y Luis Herrera Campins en vez de la austeridad puntillosa de Piñerúa Ordaz, los mismos que después eligieron a Carlos Andrés Pérez soñando una Venezuela rica por arte de magia que les diera a cada cual su delirio, sin leer su programa económico. Los que creyeron que Rafael Caldera era un sobrio abuelo experimentado e ignoraron su soberbia y dejaron solos al exitoso y más joven Gobernador Oswaldo Álvarez Paz o a los jóvenes Andrés Velásquez (por quien jamás habíamos votado, Lula reducido, pero mejor que el anciano soberbio), o Claudio Fermín.

Los que, finalmente, no aceptaron la Presidencia de un empresario, gerente y gobernador inteligente y exitoso y se dejaron seducir por las mentiras de un militar fracasado y en liquiliqui que después los enredó con sus ignorancias graves, su fascinación por Fidel Castro y antes de morirse les pidió que pusieran en su lugar a un ignorante e incompetente forjado por el castrismo que veía pajaritos y no entendía ni al país ni mucho menos al mundo.





Son los mismos que creyeron que Lula da Silva por ser sindicalista manejaría más acertadamente a una potencia agropecuaria e industrial como Brasil, y después creyeron además que no era un corrupto y había aprendido, los mismos que se empeñaron primero en la bailarina de cabaret e ignorante que les llevó Perón, después en la pareja Kirchner y para ahogarse aún más en la viuda tras el infarto, los mismos que han elegido el palabrerío intelectualoso de un exguerrillero derrotado por los militares, después alcalde deficiente y que ahora no sabe qué hacer con Colombia, los mismos que después de años de democracia y de economía en desarrollo prefirieron a un muchacho comunista que, afortunadamente, parece estar dejando que Chile marche por su cuenta aunque los terremotos y los indios abandonados sigan ahí.

Son la misma clase de hombres y mujeres que creen que Hamás y Hezbollah no son fanáticos que no piensan sino árabes unidos para defenderse de abusos, los que no entienden el rigor y el éxito judíos en Israel, los que en Irán derrocaron la tiranía progresista del Shah para elevar a la tiranía religiosa, intransigente, aplastante y asesinamente represora de los ayatollahs y mullahs fanáticos y enemigos de judíos, democracia, libertad y progreso humano.

Los mismos que permitieron que el fanatismo asesino arruinara al Líbano, los que sin chistar obedecen al Partido Comunista en China y los que se humillan ante el tirano de comiquita, pero peligroso, de Corea del Norte, los que confunden a Vladimir Putin con Pedro el Grande, los que creen que la Unión Europea será superior a los Estados Unidos a pesar del socialismo, los que han permitido todos los abusos y errores de los gobernantes mexicanos, los resignados de Cuba, los que han sido cómplices del palabrerío y el desgarro de España al no dar apoyo suficiente al Partido Popular, cuando este partido apartó a Vox y cuando demasiados españoles creyeron en el palabrerío bonito pero vacío y malintencionado, egoísta, de Pedro Sánchez.

Los mismos idiotas que no reclamaron cuando Hugo Chávez, pensando en él y no en su país, abrió los brazos a Guyana, los que hablan mal de Cabello pero no lo enfrentan, los que, una vez más, esperan que alguien salga al frente a resolver los problemas de nosotros los idiotas. María Corina Machado, esta vez.