22 de noviembre de 1963 ¿Qué pasó ese día en el que Kennedy, sin que nadie lo imaginara, se despertaría por última vez? Los disparos llegaron en el momento en el que los integrantes de la comitiva creyeron que la visita a Texas, un estado hostil para el presidente, se había convertido en un gran éxito. El vicepresidente Lyndon B. Johnson había insistido para que le viaje se realizara. John Fitzgerald Kennedy viajaba junto a Jackie, su joven y popular esposa. Los ciudadanos de Dallas salieron a las calles para saludar su paso. El auto descapotable a pedido del presidente: le gustaba que la gente lo viera, devolver los saludos, recibir el cariño popular. El día soleado acompañaba. De pronto, los disparos. Uno, dos, tres. Jackie, gateando sobre el baúl, el cráneo deshecho de Kennedy, el raid desesperado e inútil hacia Parkland, el hospital de la ciudad. En simultáneo, Zapruder el empresario que sin saberlo, haría la filmación más famosa de la historia: granulada, parkinsoniana, pero el único registro de los hechos. Después el anuncio para todo el país por televisión. Y Lee Harvey Oswald caminando por las calles, metiéndose en un cine y siendo apresado. Apenas dos horas después de los disparos, Lyndon Johnson, en el aire, juraba como nuevo presidente.
Por infobae.com
Fue el magnicidio más conmocionante del Siglo XX. Cada persona recordó para siempre en qué circunstancias se enteró de la muerte de Kennedy. Así fue la sucesión de hechos en ese día histórico y trágico sesenta años atrás.
10.00 Hs
La visita a Texas del Presidente Kennedy está siendo más exitosa de lo esperado. Pensaban en las elecciones de 1964, en la reelección y en conquistar un territorio difícil. Mientras hojea los diarios locales, Kennedy descubre solicitadas en su contra que ocupan una página entera. Algunas hasta parecen veladas amenazas. Uno de los matutinos tiene alrededor de la portada un recuadro negro, como si fuera un marco, en repudio a la llegada del presidente.
10.30 Hs
Desde su habitación de la suite 850 del Texas Hotel de Fort Worth, John Kennedy llama a Ruth Carter Johnson, una marchand que en las paredes del cuarto presidencial colgó pinturas de artistas contemporáneos norteamericanos. Kennedy le agradeció el gesto. Fue su último llamado telefónico.
10.35 Hs
John Fitzgerald Kennedy y su esposa Jackie salen del Texas Hotel de Fort Worth. Jackie va de rosa. Con un trajecito Chanel que no es Chanel (el diseño era de la casa francesa pero la confección de Chez Ninon, una boutique de Nueva York que trabajaba con materiales de Chanel). Debido a los eventos de ese día y al tiempo que Jackie se lo dejó puesto, se convirtió en una de los atuendos femeninos más célebres de la historia. Dos detalles curiosos: no era la primera vez que Jackie lo usa y es rosa pálido (el segundo dato, en la época, fue ignorado la gran mayoría porque la muerte de Kennedy ocurrió, principalmente, en blanco y negro).
10.45 Hs
A media mañana, un desayuno de negocios. El Presidente Kennedy y el vice L.B. Johnson asisten a la Cámara de Comercio de Fort Worth. Más de 2.500 invitados: poderosos, políticos, industriales, agentes de bolsa, pocos periodistas. La gente, antes del inicio de la ceremonia, grita por Jackie. Empiezan a cantar “¿Dónde está Jackie? ¿Dónde está Jackie?”. Ella, que estaba algo retrasada, baja con una enorme sonrisa y se sienta entre su marido y Johnson. La ovacionan.
11.25
El Air Force One despega hacia Dallas. Un vuelo corto.
11.40
El avión presidencial aterriza en el aeropuerto de Love Fields en Dallas. Aunque no lo esperan, miles de personas los reciben. Al pie de la escalera del avión le entregan a Jackie un ramo de rosas rojas; ella agradece, feliz.
El cronograma está atrasado varios minutos, Kennedy se demoró saludando seguidores y agradeciendo en la escala anterior. No es un problema. Nadie está preocupado por la situación.
11.50
Se inicia la caravana. Son varios autos. En el primero van el jefe de policía local, otros jerarcas locales y un agente federal. El segundo es el del presidente, un Lincoln Continental Convertible, que no llevaba capota porque a Kenedy le gusta saludar a la gente; y, también, porque había cambiado el pronóstico: las nubes se habían despejado. Lo maneja el agente William Greer, a su lado va su colega Roy Kellerman. Detrás, el gobernador Connally y su esposa Nellie. En la tercera fila, los Kennedy. A ese auto lo siguen otros de los guardaespaldas oficiales, el de vicepresidente y muchos más.
Todos sonríen y disfrutan del lindo día y de la recepción amistosa.
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