El fascinante mundo de los triunfadores, la euforia cuando te enamoras y en el vibrante universo de la política, abundan los expertos del saber deseosos por ofrecer sus ilustrados y sabios consejos. Fracasados gurús no reconocidos de sabiduría. Gemas de discernimiento que maestros de la derrota y el desastre, de brillo inconfundible, tienen reservadas para quienes logran la cima y saben cómo alcanzar la cumbre. A pesar de practicar la habilidad innata para perder sin rendir cuenta y con absoluta impunidad, son mandaderos versados, autonombrados prestos y dispuestos a iluminar el camino con fulgores de perspicacia y claridades de conocimiento. Y están los que se hechizan, con su dilatada rutina en el arte de no llegar a ninguna parte.
La conquista política, que mediocres chupamedias invocan, es la de gobernar con la mentalidad de segundo lugar. ¿Para qué cumplir si se puede vivir en perpetuo estado de casi-lograrlo? Hay que educarse en la magia del “casi”, convirtiendo cada beneficio en oportunidad para reflexionar sobre lo cerca que estuvieron de no hacer nada.
Epicúreos en fiascos, se esfuerzan en perpetuar sus raíces humildes, aunque estén años luz en distancia de su actual situación financiera. Que carajo importa el sentido del logro cuando se tiene humildad ostentosa. Presentar un balance de gestión pública, no robar, ser coherente y decir la verdad, son pendejadas que no deben cumplirse. Es la impunidad que promueven.
El éxito y su encandilamiento son resbaladizos y peligros. Hipócritas, enchufados inmisericordes y cooperadores sin compasión disimulan con harapos y farol, asegurando a su alrededor, son “de los suyos”. Sinvergüenzas que se mimetizan sin rubor ni pudor. Aprender del pasado y aplicar esa sabiduría en el presente.
Peritos en derrotas electorales proponen nitofilias, creando acciones irreales e ilusorias que imposibilitan vencer. Asesorarse sobre estrategia política, con ineptos e incompetentes verificados, recomiendan sibaritas de la frustración, desengaño y desilusión. Lógica de nauseabundos perdularios jalabolas, que garantiza habrá alguien dispuesto a decir, “lo dije”, cuando las cosas no salgan como se planeó. Y, estarán los arrastrados de cómoda conveniencia y oportunismo vomitivo, ávidos, anhelantes de ser considerados piezas de interés.
Arruinados en política sostienen que la maestría de no cumplir promesas es una habilidad subestimada. Se ensayan ofrecimientos vagos, ambiguos que suenen grandiosos pero que, no comprometan. Qué sentido tiene un plan de gobierno valiente, honesto y vinculado a la ciudadanía, cuando se puede tener un eslogan contagioso y embaucador.
Sempiternos perdedores ignoran encuestas y datos demográficos. Después de todo, qué saben las cifras sobre la voluntad ciudadana en comparación con la intuición clarividente del estulto, inepto e inhábil en interpretar el pulso político. La desconexión, es práctica rutinaria del lampiño político.
Técnicos en naufragio y desesperanza, valoran las críticas provenientes de quienes ni siquiera han intentado lograr algo significativo. Quien mejor puede señalar los errores en la estrategia ganadora, sino los que han demostrado ser competentes en no tener estrategia alguna.
El manual del político ganador según gourmets del fracaso; sin ética, desprovistos de principios y buenas costumbres, ofrecen ensayos de artistas en la industria de perder, con carencia de talento en la perspectiva refrescante y única sobre la política; ansían dirigir e influir sobre el éxito, en la cátedra de no lograr absolutamente nada.
Así que, tomen nota de opiniones y consejos con precaución. ¡Quién sabe cuánto podrían aprender de aquellos que nunca aprendieron nada!
@ArmandoMartini