Por supuesto, en este gobierno indolente -que tiene más de 80% de rechazo- es lógico que sus prominentes y más desprestigiadas figuras intenten lavarse el rostro, utilizando la imagen de las estrellas del deporte que gozan de la admiración de todos los venezolanos. A eso nos referimos con “ganancia por asociación”, algo que todo el mundo practica eventualmente: cualquiera quisiera que su nombre se asocie a referentes positivos. Es algo natural pero cuando se tiene una reputación oscura, máculas en el rostro y se está en el ejercicio del poder, estás acciones se convierten en una vil manipulación. Así las cosas, los atletas que aparecen al lado de estos sombríos personajes, terminan siendo víctimas de estas maniobras y también de la sentencia injusta de una sociedad hastiada de los abusos y desmanes del autoritarismo imperante.
Esto no sucedería si la democracia fuera la norma y la tolerancia -el respeto a las diferencias- fuese una práctica habitual de las élites del poder. Ciertamente, en cualquier país del mundo, los deportistas que son merecedores de reconocimiento, son invitados y homenajeados por el gobierno de turno, sin que ello tenga connotación política o ideológica. ¡No pasa nada! En el pasado, gobiernos del bipartidismo condecoraron a intelectuales de izquierda o deportistas que no simpatizaban con ellos, sin que se generará un trauma en la sociedad. Pero como este gobierno fracasado ha pasado dos décadas estimulando una polarización extrema y dividiendo a la sociedad venezolana, es comprensible que el repudio que siente el país por ellos se traslade automáticamente a cualquiera que aparezca a su lado. En este punto es donde nosotros debemos cambiar nuestra perspectiva. Obvio que el régimen intenta sacar provecho de logros en lo que no tiene arte ni parte. Pero ¿qué esperamos de estos atletas cuando reciben un homenaje por parte del gobierno? ¿Aspiramos que le digan NO y entren en la arena política o alimenten la confrontación? ¿Por qué un atleta -que no es político y se debe a todos- va a asumir un rol que no le corresponde? Lo que no deberíamos hacer es no dar a estos episodios la atención que el gobierno espera que le demos y entender además que las “muestras de simpatía” de los homenajeados son parte del histrionismo que caracteriza a esos actos, son casi parte del protocolo. Algunos se pasan como Rubén Limardo que se convirtió en activista del PSUV, pero hasta en este caso hay que concluir que es su derecho.
A todo evento, tenemos que sentirnos orgullosos de tener en Venezuela a deportistas como Yulimar Rojas, Ronald Acuña Jr. y muchos otros que engalanan nuestro tricolor. Todos ellos llegaron a la cima a pesar del gobierno, haciendo un colosal esfuerzo personal que debería ser motivo de reconocimiento y admiración, indistintamente de su posición política y pasando por encima de las manipulaciones del régimen. En lo personal -y creo que a muchos- nos conmueve la humildad y la emoción que transmiten al llegar a la cúspide, sabiendo que casi todos “vienen de abajo” y han alcanzado el éxito por su pasión, disciplina y perseverancia. Muy poco o nada le deben a los gobiernos, mucho menos a éste que solo sirve como ejemplo de corrupción y destrucción.
Honestamente no me preocupa que Maduro o Cabello tengan la ilusión de apropiarse de triunfos que no le pertenecen. ¡Eso no pasará! El país los conoce y justo por eso los repudia. Sin embargo, hay algo que debemos advertir: el gobierno ha sido coherente en la aplicación de lo que he llamado la “Política de la igualación por abajo”, cuyo propósito es generar la matriz de opinión de que todos somos como ellos, todos somos corruptos, “todos los políticos son iguales”, nadie sirve, etc…. Y así no solo se frustran las expectativas de cambio, sino que la corrupción de las cúpulas se diluye, se minimiza y termina siendo banal. Si esa política se extiende a otras esferas, conviene que frente al fracaso de la revolución, los éxitos de otros también sean banalizados o reducidos. Cualquier régimen autoritario, considerará que dedicación, disciplina y constancia son virtudes que no deben destacar pues atentan contra un objetivo fundamental: la sumisión total de la sociedad. Es fin, al colocar a su lado a estos atletas, provocan que la gente los rechace y que sus méritos se minimicen para así igualarlos a todos con una cúpula que carece de ellos.
Quien aspira a mantener control social, no puede permitir el surgimiento de liderazgos emergentes en ningún ámbito de la sociedad. Por eso, deben evitar que un atleta exitoso, se convierta en un referente. Infructuosamente intentarán apropiarse de sus victorias y lesionar su imagen, objetivo que solo es posible si el país cae en la provocación y responde como ellos esperan. Es decir, cuando nosotros -los demócratas- descalificamos o emitimos juicios inapropiados contra estas estrellas del deporte -sin querer- le servimos de megáfono al régimen en esta labor de molienda.
Por todo lo expuesto, hoy más que nunca, reitero mi inmensa admiración y respeto por Yulimar Rojas, Ronald Acuña Jr. y por muchísimos otros que han puesto todo para superar los obstáculos, vencer las adversidades, alcanzar grandes metas y llegar a la cumbre de su carrera deportiva, algo que nos emociona profundamente y nos llenan de orgullo como venezolanos. Estas líneas son también mi humilde homenaje a ellos… ¡Pa’lante, muchachos! ¡Dios bendiga a Venezuela!
Twitter/X: @richcasanova
(*) Dirigente social / Arquitecto / Vicepresidente de ANR del Colegio de Ingenieros de Vzla.