Quemaduras, palizas, drogas y silencio sepulcral: cómo fueron los más de 50 días de los rehenes retenidos por Hamás

Quemaduras, palizas, drogas y silencio sepulcral: cómo fueron los más de 50 días de los rehenes retenidos por Hamás

Quemaduras, palizas, drogas y silencio sepulcral: cómo fueron los más de 50 días de los rehenes retenidos por Hamas en Gaza (REUTERS)

 

 

La guerra entre Israel y Hamas ya va por su día 57. Eso es, casi dos meses desde la masacre inicial, el 7 de octubre, y casi dos meses de que cerca de 240 personas fueron tomadas rehenes y llevadas a Gaza. Fiel a sus prácticas criminales, los terroristas no hicieron distinción durante los ataques y secuestraron a mujeres, niños, bebés y ancianos.





El 24 de noviembre, gracias a esfuerzos de la comunidad internacional -impulsados por Qatar, Egipto y Estados Unidos- las partes acordaron una tregua gracias a la que, durante una semana, se consiguió el retorno a Israel de 113 civiles.

Todos ellos fueron examinados por el cuerpo médico de Tel Aviv, que se preparó especialmente para su llegada.

Las heridas o su condición física no fue, sin embargo, lo que más horrorizó a los profesionales; su salud mental, el terror psicológico que habían sufrido, sí.

A poco de reencontrarse con sus allegados y reinsertarse en la sociedad, que aún tiene heridas latentes de la masacre de aquel sábado, los rehenes comenzaron a narrar sus días en cautiverio. “Ha sido la semana más angustiante de mi vida y, desde luego, de mi vida profesional”, dijo Itai Pessach, director del Hospital Infantil Safra, del Centro Médico Sheba.

Los relatos que se conocieron hasta el momento, muchos de ellos contados directamente por los liberados y, otros, retransmitidos por sus familiares, sólo dan cuenta de las barbaridades de Hamas y su desprecio por la vida. Ya desde su llegada a Gaza fueron golpeados por los civiles.

Los niños, muchos de ellos con tan sólo tres años, fueron sometidos a algunas de las peores torturas. Para poder localizarlos más fácilmente en caso de que escaparan, se les quemó la pierna con el tubo de escape caliente de una moto. Esta práctica, horrorosa ya de por sí, revive en el pueblo judío recuerdos de su época más oscura.

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