Henry Kissinger para empezar era un hijo de la razón. Su pasión por los equilibrios de poder fue producto de la convicción que el ser humano debe ser sometido a controles para impedir que en la toma de decisiones que afectan a los colectivos se desaten sus pasiones. A su modo de ver las emociones nublan el sentido de la realidad inspirando decisiones que terminan por afectar negativamente a quienes las toman y a quienes las sufren. Se inicia así un ciclo de decisiones erradas que conducen a otras de peor calidad lo cual deteriora aún más la situación y abre las puertas al caos.
El orden nacional e internacional debe ser preservado como prioridad absoluta. Porque al romperse el orden cada actor en el cuadro decisorial toma iniciativas que al no ser compartidas o comprendidas por el resto del universo de decisores inevitablemente lleva al caos y el caos es destrucción y muerte.
De allí su tesis de la real politik que se basa en la premisa que cada estado persigue en el orden internacional la protección de sus intereses definidos estos como la preservación de la estatidad y el progreso económico.
Los principios y valores morales no son parte del ámbito decisorial de los estados sino de la practica individual de los miembros de cada sociedad quienes deben estampar estos elementos en sus decisiones individuales y en sus relaciones con otros individuos.
Así la protección de los intereses de Estados Unidos definidos estos como el mantenimiento del liderazgo político y defensivo de Occidente demandaba el establecimiento de controles a procesos que podrían horadar paulatinamente los sistemas democráticos y los entendimientos entre estados que son los pilares del orden liberal que rescato a Europa del caos.
Es por ello que Kissinger dedico su vida pública a identificar los estados y liderazgos capaces de sustentar un esquema de balance de poder de carácter mundial que permitiera avanzarla causa de la democracia y el progreso económico. Su agudo intelecto sabia que ambas metas solo se logran con la liberación de las fueras económicas y el establecimiento del estado de derecho. Y estas so tareas a acometer por los liderazgos domésticos.
El logro de la estabilidad a veces demanda el uso de la fuerza para confrontar los radicalismos. Pero tal y como Kissinger pudo atestiguar en el proceso de ocupación de Alemania el mejor antídoto contra el autoritarismo es el establecimiento del estado de derecho. Porque es la condición que permite canalizar las aspiraciones de un pueblo hacia la formulación de una visión colectiva de país con metas políticas y económicas claras. Y una vez se alcanza esto es el propio colectivo el que establece los limites en la conduta de los individuos. Todo lo que avance el logro de la visión colectiva recibirá el apoyo de la comunidad. Todo lo que la destruye será sujeto a limitaciones establecidas por el propio colectivo.
Muchos indican que en este esquema intelectual no caben alianzas con entidades que violen los derechos humanos y decisiones que impliquen muerte y destrucción para los pueblos. El problema con este raciocinio es que no toma en cuenta el proceso mismo de establecimiento del equilibrio ni las circunstancias particulares de la toma de decisión. Cuando las sociedades están afectadas por procesos anárquicos difícilmente se pueden encauzar hacia la estabilidad sin medidas de fuerza. Y dichas medidas deben ser adoptadas por el liderazgo nacional. Cualquier participación de entes extranjeros en el proceso lo agudiza o lo cambia de curso haciendo el proceso de logro de un equilibrio más difícil, complejo y lejano.
De igual modo el restablecimiento de equilibrios dentro de un ejercicio bélico con frecuencia demanda la toma de medidas drásticas que acercan la victoria y ponen fin al conflicto armado.
Es dentro de este contexto que se debe analizar la obra de los grandes lideres que han construido o perfeccionado el sistema internacional como es el caso de Kissinger. Y ese análisis debe anclarse en las propiedades del sistema internacional bajo las cuales se tomo la decisión; la circunstancia de los actores principales y las alternativas existentes. De otra manera jamás vamos a comprender la decisión de Churchill de no ordenar la evacuación de Canterbury aun sabiendo que la ciudad iba a ser destruida por el fuego Aleman. Dentro de este orden de ideas el análisis de instrumentos de gobierno como el Código de Hammurabi debe pasar por igual método para apreciar su valor civilizatorio.
Kissinger desde luego que se equivocó en el desarrollo de su esquema de real politik. Esas equivocaciones tuvieron que ver con su poco conocimiento de las condiciones que imperaban dentro de las elites locales de lo que hoy se denomina el Sur Global. Pensar que en América Latina los militares se advocarían a combatir el terrorismo aupado por la Unión Soviética dentro de un marco de legalidad era ignorar el carácter feudal de las sociedades Latino Americanas. Su ausencia de presión a los militares de Indonesia para combatir el comunismo en un marco de estado de derecho revelaba su poco conocimiento del carácter tribal de la sociedad Indonesia cuyos lideres interpretaron el desentendimiento de estados Unidos con la vigencia de los derechos humanos como una señal para exterminar tribus rivales. En síntesis, el grave error de Kissinger fue suponer que el mundo entero se encontraba en una etapa post Westfalia cuando en realidad muchas naciones no habían abandonado la sociedad tribal o el Medievo.
Pero todos recordaremos como sus grandes aciertos no solo el inmenso y estimulante legado intelectual que nos deja a través de sus libros sino sus jugadas geopolíticas que llevaron al debilitamiento terminal de la Unión Soviética con lo cual la democracia liberal comenzó a extenderse a hasta Asia central y la nación creada por Mao Tse Toung ingresó en las arcadias de la modernidad creando la clase media más grande del planeta tierra. Ambos logros servirán para que en el mundo avance la libertad de manera indetenible. Quizás con pausas y hasta con marchas en reversa. Pero nadie puede negar que nuestro mundo siglo veinte se divide en antes y después de Kissinger.