En el tranquilo distrito de Salamanca en Madrid, un aparente chalet de lujo escondía un secreto. Dos denuncias anónimas, provenientes del norte de España, llevaron a la Policía Nacional y la Guardia Civil a investigar un presunto caso de trata de personas. Tras tres años de vigilancia discreta, las autoridades lograron desmantelar lo que podría considerarse el mayor local dedicado a la prostitución en la capital española.
Por María Martínez | Mundiario
En el subsuelo del inmueble, en el sótano, se encontraba un sombrío escenario donde hasta 30 mujeres, en su mayoría provenientes de Latinoamérica y traídas a España en avión, vivían en condiciones inhumanas. Bajo el control de una mujer conocida como ‘Pitufina’ y sus hijas, apodadas ‘las mamis’, las víctimas eran forzadas a someterse y hacer lo que les ordenaban sus captores.
El modus operandi de esta red de trata era cruel y sofisticado. Las mujeres, al llegar a España, firmaban un contrato que las obligaba a permanecer un mínimo de tres semanas en el chalet, donde se les imponían condiciones draconianas. No se necesitaban cadenas ni agresiones físicas; la esclavitud estaba impuesta por el miedo, las deudas ficticias y la adicción a sustancias.
Video: Ministerio del Interior de España / Narración: David Placer
El negocio era gestionado por las hijas de ‘Pitufina’, quienes se turnaban para vigilar y administrar. Además de obligar a las mujeres a realizar servicios sexuales, también las obligaban a transportar drogas utilizando una red de chóferes particulares de la organización. El chalet, supuestamente dedicado a la prostitución, operaba las 24 horas del día, siete días a la semana, sin descanso.
La red, bien planificada y organizada, controlaba cada aspecto de la vida de estas mujeres, desde sus paseos al exterior hasta la ropa que debían llevar para resultar más apetecibles.
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