“Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”, es una célebre frase de Simón Bolívar, que el fallecido Hugo Chávez repitió hace más de dos décadas y que aún retumba en los corazones de los guaireños que se vieron afectados por el deslave en Vargas en el año 1999.
Por Ana C. Guaita Barreto / Corresponsalía lapatilla.com
Son 24 años desde que ocurrió uno de los peores desastres naturales de Venezuela: la tragedia de Vargas.
Este deslave dejó una profunda huella en la vida de muchas personas, incluyendo a Wladimir Sierralta, teniente de la División de Voluntarios de los Bomberos de Caracas y personal del Servicio Médico de la Universidad Santa María.
Sierralta, quien también es profesor en la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad y la Universidad Santa María, conversó con nuestro equipo de corresponsalía en Vargas para contar su experiencia en medio del deslave que enlutó a miles de familias.
Este profesional prestó su colaboración durante varios días en el rescate de las personas afectadas por este desastre natural.
Días oscuros
Sierralta recuerda vívidamente los días de la tragedia, cuando las lluvias torrenciales azotaron a Caracas y al estado Vargas, dejando a su paso una estela de destrucción. Las personas que perdieron sus hogares, se refugiaron en diferentes lugares, como el terminal de La Bandera, el terminal de Nuevo Circo y el aeropuerto de La Carlota, lugares habilitados como hospitales de campaña en el momento de este fatal acontecimiento.
Sierralta, en aquel entonces técnico de emergencias médicas y funcionario de Defensa Civil, describe el trabajo como arduo y triste, ya que la magnitud del desastre era impactante. Recuerda haber durado casi 15 días con la misma ropa, trabajando incansablemente bajo la lluvia que no cesaba.
Durante la tragedia, se habilitaron hospitales de campaña y refugios en lugares como el Poliedro de Caracas, Lomas de Urdaneta, Las Adjuntas y Valle-Coche, bajo el liderazgo del comandante Frank González. Sin embargo, Sierralta menciona que Defensa Civil Caracas no actuaba directamente en Vargas, argumentando que no era su competencia debido a que Vargas era considerado otro estado.
Para comunicarse durante la tragedia, los Bomberos de Caracas proporcionaron a Sierralta y su equipo un teléfono satelital, ya que en aquel entonces no existía la era digital. Tras 24 años, Sierralta destaca la importancia de contar con un sistema automatizado en los hospitales y centros de emergencia, donde se puedan ingresar los datos de las víctimas para facilitar la localización de sus familiares, evitando así la necesidad de buscar desesperadamente en medio del caos.
Sierralta comentó que el ingeniero Frank González, encargado de la división técnica de Defensa Civil Caracas, fue quien alertó sobre la cantidad de agua que estaba cayendo y la preocupante sobrecarga del suelo. A pesar de los esfuerzos por prevenir el desastre, los tramos de la autopista Caracas – La Guaira comenzaron a colapsar. La tragedia estaba lejos de terminar.
Acceso complicado
Nuestro entrevistado relató que, tanto él como su equipo, fueron encuartelados debido a la cercanía de la fecha de la elección Constituyente que se estaba llevando a cabo en ese momento, sin que aún se decretara la tragedia de Vargas. Fue entonces cuando el expresidente Hugo Chávez estableció la “unión cívico-militar”, conocida como el Plan Bolívar 2000, y declaró que “lucharían contra la naturaleza para hacerla obedecer”. Paradójicamente, poco después ocurrió la tragedia de Vargas.
El 15 de diciembre, Sierralta recibió la alerta de la tragedia de Vargas. El comandante de los Bomberos de Caracas, el general Rodolfo Briceño, patrullaba la zona de San José Cotiza junto a la Policía Metropolitana cuando quedaron bajo el agua. Los hospitales, incluido el Hospital Rísquez, se inundaron y comenzó la primera tragedia.
De acuerdo con el relato de Sierralta, los Bomberos de Caracas y Defensa Civil Caracas enviaron vehículos para asistir en la emergencia. Sierralta rememoró cómo se desplegaron en la zona de El Polvorín, donde el agua seguía aumentando su nivel. En medio de la desesperación, un grupo de personas que practicaba motocross deportivo brindó su ayuda para llegar a zonas inaccesibles y transportar a las personas al hospital de campaña.
El acceso a Vargas desde la capital era extremadamente difícil, ya que las carreteras estaban bloqueadas por montañas de tierra y los vehículos solo podían llegar hasta el peaje en la autopista Caracas – La Guaira . Sierralta mencionó que solo se podía caminar hasta Los Silos, dentro del puerto de La Guaira, ya que los contenedores habían sido arrastrados por el mar.
Traslados de personas y cadáveres
Ante esta situación, se utilizaron helicópteros, como “El Ángel Salvador” de la Policía Metropolitana, para realizar traslados aéreos en colaboración con el Ejército, la Guardia Nacional y otros helicópteros internacionales. Sierralta recuerda que, junto a su equipo, atendieron a muchas personas con crisis de ansiedad, heridas y problemas en los pies por caminar en medio de tierra, piedras y escombros. También se encargaron de identificar y trasladar a los fallecidos, una tarea que duró varios días.
Uno de los aspectos más dramáticos de la tragedia fue la separación de muchas familias y la pérdida de niños. Sierralta recuerda cómo los niños eran montados en helicópteros y llevados al aeropuerto de Maiquetía, desde donde eran trasladados a diferentes partes del país. Lamentablemente, no existía un registro adecuado de las personas que eran trasladadas, lo que ha llevado a muchas familias a seguir buscando a sus seres queridos, incluso, después de 24 años.
Durante la tragedia, los hospitales de campaña recibieron donaciones de personas, enfermeros, médicos, bomberos y funcionarios de Defensa Civil, así como la ayuda de numerosos voluntarios. Sierralta compartió el luto por las más de 30.000 personas que perdieron la vida y las familias separadas. Destacó la necesidad de contar con un sistema automatizado en el sistema hospitalario para facilitar el registro médico y ayudar a los profesionales a desempeñar su trabajo de manera más efectiva.
Sierralta también mencionó la descoordinación que se vivió durante la tragedia, ya que toda la ayuda llegaba desde Caracas, lo que generaba dificultades en la distribución. Recuerda especialmente el impacto emocional de una madre desesperada en Macuto, quien pasó todo el día buscando información sobre sus hijos y suplicaba por respuestas.
Personal de ayuda sin ayuda
En cuanto al personal de salud y de emergencia, Sierralta destaca la falta de apoyo psicológico. A pesar de estar expuestos a situaciones traumáticas, no tuvieron acceso a la ayuda necesaria para lidiar con las secuelas emocionales.
La tragedia de Vargas dejó una profunda marca en la vida de Wladimir Sierralta y en la de muchas otras personas. A pesar de las dificultades y los desafíos, Sierralta y su equipo trabajaron incansablemente para brindar ayuda a quienes más lo necesitaban en medio de la devastación.
Su testimonio es un recordatorio de la importancia de la preparación, la coordinación y la empatía en situaciones de emergencia, así como la necesidad de contar con sistemas automatizados que faciliten la respuesta y el seguimiento en casos de desastres naturales.