SEMANA: Este viernes, tres funcionarios de la Cancillería recomendaron conciliar con Thomas Greg & Sons, la firma que se siente afectada luego de que se declarara desierta la licitación de pasaportes. ¿Qué piensa?
Por Semana
ÁLVARO LEYVA: Ellos insinúan, recomiendan. A Germán Calderón España, por ejemplo, le acepté la renuncia como apoderado, él se presentó renunciado. Naturalmente, no voy a conciliar. Estoy en Haití, allá me está representando el vicecanciller Francisco Coy Granados. Naturalmente, no voy a conciliar, esa es la decisión y asumo la responsabilidad. Reitero: ellos pasan unas consideraciones y recomiendan, pero esas recomendaciones no son vinculantes. Yo soy la persona que decide. Se va a abrir una investigación y es la que ha pedido el presidente para averiguar cómo fue todo el proceso.
SEMANA: ¿No se siente defraudado? Algunos de sus propios funcionarios van en contravía de su decisión de no conciliar.
A.L.: No todos, yo no estuve. El doctor Salazar se declaró impedido, se lo negaron y se retiró. No participó.
SEMANA: Pero la jurídica de la Cancillería recomendó conciliar con esa firma.
A.L.: Sí, pero yo también soy jurídico. Ella recomienda y no le acepto porque soy la persona que hizo las cuatro resoluciones. Yo no concilio. Tengo elementos de juicio y jurídicos para no conciliar. Que ellos no coincidan conmigo es otra cosa. No concilio. Es mi posición absolutamente irrenunciable.
SEMANA: ¿Qué pasó con Calderón España, su apoderado?
A.L.: Era mi abogado hasta que, sin consultar, resolvió decir que había que conciliar con Thomas Greg & Sons. Él no era amigo de conciliar hasta las 9:30 de la noche del miércoles pasado, cuando SEMANA me entrevistó. Estuvo acompañándome en mi residencia ese día. Tenía unos papeles perdidos y él me los entregó. Recibió una llamada, le dijo a Juan Carlos Losada que su señora estaba enferma y se marchó. Pregunté dónde estaba Germán y me respondieron que se había ido.
SEMANA: ¿Por qué cambió de posición?
A.L.: Él no fue amigo de conciliar. Nunca me lo manifestó.
SEMANA: ¿También lo defraudó?
A.L.: Dejó de ser súbitamente mi abogado. Cambió de parecer.
SEMANA: ¿Por qué pudo cambiar de posición?
A.L.: Imagínese, por eso hay que averiguar. No he vuelto a saber de él, simplemente que se presentó y se contradijo en todo lo que antes había manifestado. ¿Por qué conocía el pensamiento de él? Porque era mi apoderado.
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