Hoy, en nuestro país empobrecido, la mayoría de los empleados públicos trabajan por un salario mínimo que apenas alcanza para cubrir el costo de transporte a su trabajo. Conociendo esta situación, y el hecho de que el gobierno no tiene dinero para otorgar aumento de sueldos, el presidente Nicolás Maduro hizo un llamado a los empleados públicos “a emprender”, que en el argot criollo llaman rebuscarse, y de esta manera ganar un dinero extra. Siguiendo esta misma directriz, de acuerdo con lo transmitido por varios medios de comunicación, el Ministro de la Defensa general Padrino López, instó a los militares “a emprender debido a que la Fuerza Armada Nacional no puede realizar un aumento salarial”. El lineamiento siguió su curso y la prensa revela que “en una reunión donde estuvieron presentes 532 capitanes con el Comandante General de la Aviación donde prácticamente dijo: “no hay plata para aumento ni nada. Por ahora nos mandaron a hacer un emprendimiento, que tenemos que coordinar con el jefe directo de uno para que lo dejen a uno trabajar por fuera para que uno pueda tener su vaina y su emprendimiento y así está la vaina…”
En la excelente obra del norteamericano Ronald D. Hussey, La Compañía de Caracas (1728-1784), se nos presenta una Venezuela pobre, donde el gobierno colonial, sin mayores recursos económicos, contaba con empleados públicos ad honorem que complementaban sus ingresos a partir de otras actividades, que hoy llamaríamos “emprendimientos”.
Veamos lo que el recién llegado gobernador José Francisco Cañas comunica en una carta al Rey de España, y de estas tierras, Felipe V en 1711: “hechas varias solicitudes para estos cargos (Alcaldes, Tenientes, Regidores,…) todos se anticiparon para ofrecerme ciertas sumas, las cuales rehusé, aunque ellos me aseguran que aquellas eran regalías mías y una práctica de mis predecesores. Como estos cargos no tienen estipendio ni salario, parece seguro que los aceptan para conseguir el provecho resultante de la vergonzosa tolerancia al comercio de los habitantes con el enemigo (holandés), tan contrario a los intereses de su Majestad… Tengo noticias de que hay en Tucacas, una persona que recauda de ellos (los contrabandistas) una proporción de un peso escudo por cada fanega de cacao y dos por cada petaca de tabaco. Esto según dicen, monta en una año a más de doce mil pesos y se divide entre los alcaldes ordinarios, tenientes y otros regidores y vecinos (de Coro). Espero remediar esto, aunque me cueste la vida”.
Este breve ejemplo de historia comparativa nos muestra cómo, ante una misma circunstancia, la de administrar un país pobre y sin recursos, se opta por recurrir a las mismas salidas. Han pasado trescientos años y por lo menos, en esto, seguimos igual, lamentablemente.
Economista/Historiador. https://gerardolucas.wordpress.com/