La historia de la humanidad está marcada por momentos de brillantez y logros extraordinarios, pero también por episodios de ignorancia y estupidez. A lo largo del tiempo, aprendimos a celebrar y admirar la inteligencia, creatividad y sabiduría. Sin embargo, la falta de discernimiento, tiene consecuencias. Hubo un tiempo en que ser idiota era una vergüenza, hoy se ostenta la idiotez con orgullo y jactancia. La sociedad valoraba el talento, la educación y el juicio crítico como elementos para el progreso y bienestar. En la actualidad, asistimos a una transformación en la que se exhibe la carencia intelectual con satisfacción y deleite.
La sandez se manifiesta de diversas maneras, desde la negación de hechos evidentes hasta decisiones impulsivas. Impulsadas por la falta de información, pensamiento examinador o simplemente incapacidad de aprender de la experiencia. En un mundo interconectado, donde el conjunto de datos que configuran un mensaje está al alcance de todos, la ignorancia no puede ser excusa.
El hecho o dicho inoportuno, sin sentido, razón o lógica, no se trata únicamente de la falta de coeficiente intelectual. Se encuentran individuos altamente inteligentes que toman decisiones irreflexivas o caen en patrones de comportamiento estúpidos, necios. Lo que resalta la importancia del talento emocional, la empatía y capacidad de aprender de los errores.
La glorificación de la idiotez se manifiesta heterogénea, desde la trivialización hasta la celebración de procederes irracionales y disparatados. Las redes sociales, la cultura de la inmediatez contribuyen a esta tendencia, creando un espacio en el que la superficialidad y simplicidad son aplaudidas, mientras que la profundidad y complejidad son ignoradas, incluso ridiculizadas.
La estupidez se alimenta por la falta de curiosidad. Quienes se conforman con lo que ya saben y no buscan aprender ni explorar nuevos horizontes, están destinados a quedarse atrás en un tiempo de constante evolución. La gloria no se encuentra en la complacencia ignorante, sino en la pesquisa constante del conocimiento y la comprensión. En lugar de apreciar sabiduría y erudición, la sociedad contemporánea a menudo premia la ignorancia voluntaria y simplificación excesiva. El menosprecio de temas importantes y promoción de ideas sin fundamento han llevado a una erosión de la calidad del debate público, un cambio de paradigma que no solo empobrece la conversación colectiva, sino que también tiene graves consecuencias en áreas como la toma de decisiones políticas y resolución de problemas sociales.
La bobería majadera se exacerba por la desinformación y propagación de noticias manipuladas, falsas y mal intencionadas. La difusión de una referencia o dato erróneo, permite tomar decisiones colectivas basadas en la ignorancia. Combatir la estupidez requiere de un esfuerzo conjunto para promover la alfabetización mediática y el razonamiento fustigador. Animar una cultura que valore y celebre la inteligencia en todas sus formas, implica reconocer, galardonar el esfuerzo por aprender, comprender y mejorar. En lugar de reírse de aquellos que cometen errores, deberíamos alentar la autocrítica constructiva y el crecimiento personal.
La estupidez no lleva consigo la gloria. Si bien la inteligencia puede manifestarse de diversas maneras, es esencial reconocer la importancia de la sabiduría, el ánimo crítico y la búsqueda constante del conocimiento. En un mundo que enfrenta desafíos complejos y rápidos cambios, la estupidez no es opción viable. Al abrazar la inteligencia y cultivar un ambiente que la promueva, podemos aspirar a alcanzar nuevas alturas y construir un futuro brillante para todos.
Perentorio reflexionar sobre el impacto de esta celebración de la idiotez en nuestra sociedad. ¿Estamos comprometidos con la construcción de un futuro fundamentado en el conocimiento y la comprensión, o abrazamos una cultura de trivialidad e ignorancia? Es hora de cuestionar la glorificación de la idiotez y redescubrir el valor de la inteligencia y la profundidad en la búsqueda de un progreso significativo y sostenible. La verdadera grandeza no radica en la ignorancia, sino en el esfuerzo constante por comprender y mejorar.
@ArmandoMartini