La nueva ley antimigrantes de Texas provoca miedo entre el creciente número de migrantes varados en Ciudad Juárez, en la frontera norte de México, donde los indocumentados temen que su travesía a EE.UU. se dificulte aún más.
La ley SB4, firmada el lunes pasado por el gobernador texano, el republicano Greg Abbott, autoriza a policías y jueces de Texas detener y deportar migrantes sin el debido proceso, aunque la migración es facultad del Gobierno federal de Estados Unidos.
“Esa ley que hay ahorita del gobernador de Texas, que le dio autoridad a los uniformados para que no nos dejara pasar, nos dio un poco de temor y no sabemos qué va a pasar más adelante”, dijo Elvis Romero, un migrante de Venezuela, durante su segundo intento de cruzar por la puerta 36.
“Por eso le pedimos ayuda al presidente de Estados Unidos (Joe Biden) que nos ayude dándonos asilo”, añadió.
Restricciones en medio de una nueva ola
Además del arresto de los migrantes que entren de manera irregular, la nueva ley de Abbott permite al sistema judicial de Texas encarcelar a los indocumentados reincidentes hasta por 20 años y procesar penalmente a los traficantes de personas.
Migrantes que han vendido todo lo que tienen en sus países de origen señalan que es muy duro pensar que ahora podrían quedar presos si los capturan por reincidir en el intento de cruzar, una situación que es muy común.
“Caminamos de 300 a 400 kilómetros día y noche, nos ha ido mal. Aquí vamos en el nombre de Dios, queriendo conseguir el sueño americano para darle una mejor vida a nuestros hijos”, indicó Silvia Patricia Díaz, quien llegó a la frontera desde Guatemala.
“Yo allá dejé cuatro hijos, y aquí ando luchando. Ya intenté cruzar dos veces el río (Bravo o Grande) pero nos regresan”, agregó.
En los últimos 30 días, miles de personas han ingresado a Estados Unidos a través de la puerta 36 del muro fronterizo entre Juárez y El Paso.
Algunos han esperado horas, pero otros han aguantado días con temperaturas de hasta 1 grado en el limbo que se forma entre la orilla del Bravo y la barricada de alambre de navajas resguardada por la Guardia Nacional de Texas.
En los últimos días, la presencia de migrantes ha aumentado.
El delegado del Instituto Nacional de Migración (INM) en Chihuahua, Manuel Alfonso Marín, reportó que la ocupación de los albergues oficiales y civiles se ha disparado desde cifras mínimas hasta el 60 % en el último mes.
En cuanto al cierre del cruce internacional ferroviario de carga, el alcalde de Ciudad Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, dijo que es entendible que Estados Unidos tome una medida de ese tipo.
“No hay una manera lógica de explicar cómo vengan los trenes que no son de pasajeros cargados de personas a las que se les está arriesgando con estas temperaturas. Yo creo que ahí Ferromex (empresa mexicana de ferrocarriles) tiene que ponerse las pilas (esforzarse) para evitar que se afecte el comercio”, opinó.
Daños a la industria
En tanto, la nueva ola de migrantes ha provocado que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, en inglés) cierre dos cruces ferroviarios, uno en el límite de Ciudad Juárez con El Paso (Texas) y otro en Piedras Negras, en el vecino estado de Coahuila, colindante con Eagle Pass (Texas).
El vicepresidente Nacional de Maquiladora y Franjas Fronterizas de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) señaló que el comercio exterior por estos cruces internacionales férreos representan 37.000 millones de dólares al año, unos 120 millones de dólares al día.
Agregó que el cierre es un gran golpe a la industria automotriz de Estados Unidos, que depende de los trenes para mover mercancías muy pesadas y que es importante reanudar el funcionamiento de esos cruces antes de que se provoque el cierre de alguna de las armadoras en Estados Unidos por falta de insumos.
EFE