“Cuando estas lejos de tu familia, cada noche al acostarte, haces un recuento silencioso de tus seres queridos: saber que están bien te hace dormir tranquilo. Después de esa noche, del 18 de mayo 2018, nunca más dormí tranquila”, dice Molly De La Sotta, hermana del capitán de Navío Luis Humberto De La Sotta Quiroga, quien fue preso político del régimen venezolano, quien estuvo largo tiempo en los sótanos inmundos de la DGCIM y luego en la cárcel de ese organismo en Fuerte Tiuna. Ella se dedicó a denunciar en todo organismo, funcionario y en cualquier país, lo que sucedía con su hermano como reflejo de lo que ocurre con los presos políticos en Venezuela. Cuenta que el día que lo abrazó en libertad sintió que su lucha valió la pena.
Por: Sebastiana Barráez | Infobae
“En este camino, conocí a personas extraordinarias que me ayudaron a levantarme las veces que pensé que no podía más, a veces una palabra de aliento, un “lo estás haciendo bien” basta. Me siento muy afortunada, pues en medio de esta pesadilla conocí la bondad, esa virtud tan difícil de encontrar. Conocer gente realmente buena en medio del inframundo de las violaciones de los DDHH, me hizo volver a creer en el ser humano y me ha hecho mejor persona”, confiesa la hermana de Humberto De La Sotta.
Molly, quien es politóloga, pasó a ser una defensora de los derechos de los presos políticos, incluso reclamándole a Bachelet el incumplimiento de la promesa que hizo a los familiares de militares presos políticos, pues considera que la entonces Alta Comisionada de DDHH de la ONU nada hizo por las víctimas, limitándose a lavarle la cara al régimen. Con cierta amargura dice que lo peor es que esa comisión de la ONU sigue en Venezuela, “haciendo cursos de derechos humanos a los cómplices de los torturadores”.
“Una buena amiga periodista me enseñó a enfrentar mis miedos, ante la TV, la Radio y cuanta red social me encontraba, hasta me aconsejó cómo debía presentarme, el tono de mi denuncia y el contenido principal: me dio las herramientas necesarias para confiar en mí y eso voy a agradecérselo toda la vida, porque mientras muchos me tiraban piedras para que me callara, ella le dio fuerza a mi voz para que se escuchara bien alto”.
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