¿Qué debería marcar el comienzo del año de un país cuyo liderazgo opositor ha puesto todos los huevos del futuro en la única cesta de las elecciones? En primer lugar, que efectivamente se hagan elecciones. Y como se trata de lograr eso en un país con un régimen autoritario en el poder, ese sería el primer obstáculo a superar. El segundo obstáculo sería el conjunto de condiciones mínimas en las que se desarrollaría ese proceso para hacerlo justo y transparente, cosa que, de nuevo, es precisamente lo que no haría un régimen de corte autoritario acostumbrado a hacer trampas, por lo que debería ser “obligado” o “empujado” a modificar su actual sistema electoral. Y el tercero y último obstáculo, que puedan participar en las elecciones aquellos candidatos de la oposición con chance de vencer a quienes detentan el poder.
Cada uno de los tres obstáculos tiene su propio nivel de complejidad y ciertamente no dependen de cualquier cosa que pueda realizar la oposición unilateralmente, y sin ayuda externa. Sin embargo, para hacer este ejercicio analítico más sencillo, tomaré como superados el primero y último obstáculo, en otras palabras, daré por descontado que el régimen hará elecciones y que participarán todos los candidatos ahora inhabilitados ilegalmente.
Imagino que en este punto, superados en la teoría los dos obstáculos mencionados, que ya es bastante decir, la mayoría de ustedes pensará que eso debería ser suficiente para derrotar al régimen. Pero, ¿no fue eso lo que tuvimos el 2006, el 2012, y 2013, sin contar con la mamarrachada electoral de Maduro del 2018 con la oposición colaboracionista? El régimen se alzó siempre con el “triunfo” electoral presidencial. ¿Cuál sería la diferencia ahora?
La respuesta la dio María Corina Machado (MCM) en su primera intervención del año 2024, al anunciar la creación de una legión de ciudadanos para la defensa del voto: “Desde ya estamos construyendo la más formidable estructura para la defensa del voto: La Red 600K, esta es una legión inmensa de 600 mil ciudadanos formados y coordinados, como nunca antes se ha hecho en este continente. Juntos con esta enorme fuerza ciudadana seremos invencibles…” (ver @MariaCorinaYa, en https://twitter.com/
Y yo no podría estar más de acuerdo con eso si cambian drásticamente las reglas que se han usado hasta este momento para escrutar los votos de los venezolanos. Y no se trata de que se utilicen máquinas o no en el proceso, o que exista una u otra condición electoral, sino que se escruten manualmente al cierre de cada una de las mesas, todos y cada uno de los votos emitidos, al frente de los mismos electores testigos y el público en general, como se hacía en los inicios de la democracia venezolana. Cada centro abría sus puertas libremente a quien deseara presenciar el conteo de las mesas.
De nada valdría un ejército de testigos que no puedan abrir el 46% de las urnas donde los electores depositan sus votos. ¿Es que los venezolanos que por mala suerte votaron en mesas que finalmente por sorteo no fueron “auditadas”, no tienen el derecho de que su voto sea contado y escrutado por un testigo calificado? Esa aberración, nacida de la más rancia delincuencia electoral del chavismo, sigue siendo un hueco negro por donde el régimen tiene la oportunidad de drenar fraudulentamente votos opositores durante la totalización. Esta explicación la di en detalle en una conferencia hace 10 años en la Cátedra Pío Tamayo de la UCV, titulada “La perversión del sistema electoral automatizado y sus consecuencias políticas” en el aparte subtitulado “La desaparición del Escrutinio Manual y el nacimiento de la verificación Estadística Ciudadana (el famoso 54%)” (ver ponencia del 21 de octubre de 2013, en https://ticsddhh.blogspot.com/
Las actividades que deberá realizar el ejército de los 600K del que habló MCM serían sustancialmente diferentes si la modalidad del escrutinio cambia. El régimen tiene la capacidad comprobada de realizar un fraude técnico frente a los ojos de 600 mil personas, y a MCM no le quedaría otra alternativa que aceptar un resultado a favor del régimen. Si fueron capaces de hacer aparecer de la nada 10 millones de votos, sin gente en las calles el 3 de diciembre de 2023, imagínense que pueden hacer si hay gente que justifique un fraude. Cualquier cosa puede ocurrir con un CNE prestidigitador. Entonces, todas las cajas SE TIENEN QUE ABRIR para poder defender esos votos. De otra manera, se corre el riesgo de trabajar para el régimen porque no le quedará de otra a la oposición que aceptar lo que diga el CNE.
Si alguna lucha se debe librar, no es solamente organizar a miles de ciudadanos para la defensa del voto –que ya de por sí es un reto enorme- sino la manera en que esos votos serán contados. Y no existe otra forma de hacerlo que la población los vea con sus propios ojos en las mesas cuando abran las cajas y se cuenten las papeletas. Si un 46% permanece oscuro en sus cajas sin contarse, pueden jurar que el régimen tiene la manera de cambiarlos a su favor. No se engañen pensando que ir a una elección con las mismas reglas de las pasadas elecciones presidenciales cambiará el resultado solo porque somos mayoría. Lo éramos el 2012 y el 2013 y las cajas no auditadas no se pudieron abrir porque así lo establecía la ley (ver las 12 mil cajas de Tiby, en https://ticsddhh.blogspot.com/
Para aquellos que todavía no comprenden a cabalidad la diferencia entre escrutinio manual y automatizado, le sugiero muy encarecidamente leer mi nota de noviembre de 2013 referida a esa materia (ver La trampa del Voto Electrónico: De escrutinios manuales a Escrutinios Automatizados, en https://ticsddhh.blogspot.com/
No puedo cansarme de explicar esa diferencia porque todavía no se alcanza a comprender la magnitud y las implicaciones del problema que significa tener por ley un escrutinio automatizado. Y es por eso que veo con mucha preocupación que se prometa trabajar para organizar un ejército de defensores del voto, sin antes tener claro lo que van a defender. Si no te permiten por la ley del régimen contar todos los votos NO PUEDES DEFENDERLOS, así tengas un millón de defensores del voto.
Dicho lo anterior, la lucha clara que se tiene al frente es el cambio radical del sistema de contar los votos de los venezolanos, por lo que se debe proponer un nuevo mecanismo electoral a la Comunidad Internacional y al mismísimo régimen en la mesa de negociaciones, así como las reglas y condiciones a ser aplicadas en esa elección para medirse de una manera justa y transparente con ellos. Y no levantarse de esa mesa y menos aun ir a elecciones hasta conseguirlo. Una vez que se tenga claro el sistema acordado, se le podrá decir a ese ejército de defensores lo que deberán defender.
Algunos podrían llamar a esto “condiciones electorales”. Pero a mi juicio lo que se necesita va más allá de condiciones. Una condición es que existan veedores internacionales, que el régimen deje entrar a los centros a los testigos opositores, que las FFAA se limiten a cuidar de los centros electorales y no a decidir lo que se hará dentro de ellos, que se cumplan a cabalidad los reglamentos. Esos son ejemplos de condiciones.
Pero de lo que se trata aquí no es solo que existan unas condiciones que rijan para todos, sino la naturaleza misma del sistema que se aplicará en esa elección de la que se supone nos libraremos de este régimen de delincuentes. Ese es el centro mismo del problema que tenemos en Venezuela, y que si no se cambia, de nada valdrán “condiciones electorales” y los 600K no tendrán nada que defender. Si la solución es electoral, es hora de comenzar antes a dar esa pelea…
Caracas, 4 de Enero de 2024
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