Descontento y preocupación entre miembros de su partido e impopularidad entre los votantes. Bajo esos dos mantos afronta Joe Biden el reto de su reelección como presidente de Estados Unidos, que ha arrancado este viernes su campaña de cara a noviembre en un lugar emblemático de la Guerra Civil americana, Valley Forge, en Pensilvania.
Por El Mundo
“La campaña de Donald Trump es sobre él, no sobre Estados Unidos”, dijo Biden en su apasionado discurso. “Su campaña está obsesionada con el pasado, no con el futuro. Está dispuesto a sacrificar nuestra democracia para llegar al poder”.
Biden hizo esta advertencia en la víspera del tercer aniversario de los violentos disturbios en el Capitolio de Estados Unidos protagonizados por partidarios del entonces presidente Trump. “Todos sabemos quién es Donald Trump”, sentenció Biden. “La pregunta que tenemos que responder es quiénes somos”.
“¿Qué ha hecho Trump? Ha llamado ‘patriotas’ a estos insurrectos”, prosiguió Biden, “y ha prometido indultarlos si vuelve a la presidencia.” Al menos nueve personas que estaban en el Capitolio ese día murieron durante o después de los disturbios. El presidente afirmó que al “tratar de reescribir los hechos del 6 de enero, Trump está tratando de robar la historia de la misma manera que trató de robar las elecciones”.
En su primer anuncio de campaña lanzado este jueves dejó claro por dónde irán los tiros. “Algo peligroso está ocurriendo en Estados Unidos. Hay un movimiento extremista que no comparte las creencias básicas de nuestra democracia. A todos nosotros nos preguntan ahora mismo qué vamos a hacer para mantener nuestra democracia”, indicó Biden, advirtiendo que el futuro de la democracia está en juego.
Sabe que enfrente tendrá un rival sin ganas de retroceder ni un ápice en su discurso pese a los cuatro procesos criminales que tiene por delante, con 91 cargos en total. De hecho, Trump parece haber metido una marcha más en su objetivo de repetir mandato en la Casa Blanca. Se le nota más desafiante que nunca. En un mitin hace unas semanas no dudó en indicar que los inmigrantes están “contaminando la sangre del país” y prometió más deportaciones que nunca en la Historia del país. El récord, por cierto, lo tiene un demócrata, el ex presidente Barack Obama.
Y lejos de rebajar el tono ante lo sucedido el 6 de enero, ha insistido al menos una docena de veces en que estudiará el perdón presidencial para algunos de los miembros de la turba que asaltó el Capitolio hace ya tres años si vuelve a ocupar el Despacho Oval. Los ha llamado patriotas y gente inocente que sencillamente no hizo nada malo ese día. “Estudiaremos muy, muy seriamente los indultos totales”, dijo el expresidente en una entrevista en 2022. “Me refiero a indultos totales con una disculpa para muchos”.
Pero el problema para Biden no es tanto Trump sino él mismo. Su pérdida de credibilidad en los últimos tres años es evidente, a tenor de las encuestas. Su popularidad estaba cerca del mínimo en diciembre, de acuerdo con los datos de Reuters e Ipsos, con un 53% de los estadounidenses desaprobando su gestión. Les preocupa la marcha de la economía, principalmente, una losa pesada para Biden tras un año de difícil digestión por las presiones inflacionarias.
La edad de Biden
Tampoco le ayuda la edad y la permanente sensación de fragilidad que transmite su lento caminar y los constantes lapsus. Cuatro años más en la Casa Blanca se antojan como una carga excesiva para un candidato que ya es el presidente más mayor en asumir el cargo y que acabaría su segundo mandato con 86 años.
Las encuestas, a ese respecto, tampoco arrojan ninguna duda. Un 73% de votantes está seriamente preocupado de que la edad de Biden sea un serio impedimento para ejercer su cargo, según el sondeo de CNN, y el 68% ve difícil que pueda conectar con el electorado más joven.
Más preocupante es el 70% de estadounidenses en estados clave que no ven al actual presidente como físicamente apto para continuar, un factor que han aprovechado los candidatos republicanos. Nikki Haley, segunda en las encuestas de las primarias republicanas, ha pedido exámenes de competencia mental para cargos mayores de 75 años y Ron DeSantis, el gobernador de Florida, ha señalado que “la presidencia no es un puesto para alguien mayor de 80 años”.
En el seno del Partido Demócrata son conscientes de la situación y no ocultan su nerviosismo. “Estoy muy preocupado”, decía hace un mes el alcalde de Savannah, Van Johnson. Ve mucha pasividad en la campaña de Biden y percibe mucho más movimiento en el bando contrario. “No veo pasión alguna, ni emoción, ni nada”, añadió. “Puede ser un caso de poco y tarde”.
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