Jerry Yu, un estudiante de 23 años de la Universidad de Nueva York, pasó de ser un joven estudiante a convertirse en un enigma financiero al revelarse su papel como dueño mayoritario de una mina de bitcoins en Texas. El joven mantuvo en secreto la operación financiera durante años y ahora se encuentra bajo escrutinio legal.
Por El Tiempo
El perfil de Yu se asemeja a lo que los chinos llaman un “rico de segunda generación”, con una educación en una prestigiosa escuela preparatoria en Connecticut y la propiedad de un lujoso condominio en Manhattan, vendido por Jeffrey R. Immelt, exdirector ejecutivo de General Electric, por la considerable suma de US$8’000.000. Sin embargo, la verdadera sorpresa reside en su participación en el mundo de las criptomonedas, específicamente como propietario mayoritario de una mina de bitcoins en Texas, adquirida por más de US$6’000.000 el año pasado.
Lo que hace a Jerry Yu aún más intrigante es la manera en que logró trasladar fondos de China a Estados Unidos sin atraer la atención de las autoridades de ambos países. La mina de bitcoins en Texas fue comprada utilizando criptomonedas, las cuales ofrecen un alto grado de anonimato en las transacciones. Según el New York Times, para ello utilizó una bolsa extraterritorial, evitando así la supervisión de los reguladores federales estadounidenses y las restricciones chinas sobre la salida de dinero del país.
Esta estrategia, aunque eficaz para mantener el secretismo financiero, salió a la luz de manera involuntaria cuando la empresa de Yu, BitRush Inc. (también conocida como BytesRush), enfrentó problemas legales en la pequeña localidad de Channing, Texas. Contratistas locales afirmaron no haber recibido el pago total por sus servicios en la construcción de la mina de bitcoins, desencadenando una serie de demandas que arrojaron luz sobre las transacciones financieras poco comunes realizadas por inversionistas chinos en Estados Unidos.
Minas de bitcoin, un elemento básico en el mundo de las criptomonedas
Las minas de criptomonedas, como la de Channing, sirven como centros de cómputo especializados que generan bitcoins a través de la resolución de complejos problemas matemáticos. Estos sitios, a pesar de su importancia en el mercado de criptomonedas, también han atraído la atención de las autoridades por su consumo energético y su posible impacto en la seguridad nacional.
La demanda presentada por Crypton Mining Solutions, con sede en Texas, alega que los inversionistas en la mina de Channing son “ciudadanos chinos con cargos políticos y empresariales muy influyentes”. Aunque la demanda no proporciona evidencia concluyente de estos vínculos, plantea preguntas sobre la posible conexión entre las inversiones chinas en criptomonedas y figuras políticas destacadas en China.
Un elemento clave en esta historia es el uso de la criptomoneda tether y la participación de la bolsa de criptomonedas Binance. La transacción, realizada a través de Binance, se volvió prácticamente imposible de rastrear debido a la falta de cumplimiento de las normas bancarias estadounidenses por parte de esta bolsa en el momento de la operación. Binance recientemente se declaró culpable de violar normas contra el lavado de dinero y aceptó pagar más de US$4.300’000.000 en multas y pérdidas de derechos.
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