Lanzar globos a gran altitud sobre la isla, financiar a personas influyentes pro-Beijing en las redes sociales y recibir a funcionarios locales en lujosos viajes a China: estas son algunas de las tácticas que se acusa a Beijing de desplegar para influir en las elecciones presidenciales de Taiwán que se celebrarán el sábado.
Durante años, Taiwán -que Beijing afirma que es una parte “inalienable” de China- ha sido el blanco de campañas de influencia chinas destinadas a convencer a los ciudadanos de que someterse al gobierno del Partido Comunista Chino es su mejor opción.
Esos esfuerzos han pasado a primer plano antes de lo que se espera sea la carrera presidencial y legislativa más reñida por la democracia de la isla en décadas.
Las autoridades taiwanesas están investigando 102 casos de interferencia extranjera relacionados con las elecciones de este año, según la Fiscalía Suprema, el número más alto desde que Taiwán promulgó una ley antiinfiltración en 2019.
Muchos de ellos están relacionados con China, que tiene interés en derrocar el gobernante Partido Democrático Progresista (PPD), que considera que promueve la independencia formal y que ve en el cargo a un presidente más amigable con Beijing.
El resultado de estos intentos importa más allá de Taiwán.
La postura del próximo presidente taiwanés hacia Beijing será un factor que determinará si China inicia un conflicto en el Estrecho de Taiwán, uno que podría atraer a Estados Unidos y los países vecinos, interrumpiendo las rutas marítimas globales y el suministro de tecnología crítica.
Es más, las tácticas de influencia que resultan útiles en Taiwán podrían replicarse en otros lugares. El ministro de Asuntos Exteriores taiwanés, Joseph Wu, advirtió el martes: “En 2024, habrá más de 40 elecciones democráticas importantes en el mundo.
Si China tiene éxito en Taiwán, China utilizará esa experiencia para interferir en las elecciones de otros países”.
Pero medir el impacto o incluso la presencia de los esfuerzos de influencia china se está volviendo más difícil. Consciente de que tácticas demasiado contundentes podrían alejar a los votantes del partido preferido de China -el Kuomintang (KMT)- y acercarlos al PPD, que encabeza las encuestas, China parece temerosa de exagerar.
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