La dirigencia de la vieja coalición de gobierno y oposición muestra claros signos de fatiga al no encontrar respuestas o proponer las mismas soluciones a los problemas que no se han resuelto, un ejemplo de incapacidad de la vieja coalición la encontramos con CITGO, Chávez y Maduro la endeudaron con la expedición de bonos llevándola a la condición de empresa morosa con los tenedores que ahora exigen la liquidación de una empresa que tiene 6 refinerías y 4.000 estaciones de venta de gasolina en Estados Unidos, durante el interinato de Guaidó no se negoció esa deuda y algunos señalaron intromisión política en la administración de la gallina de los huevos de oro, mientras los miles de empleados ex PDVSA botados pito en boca por el prócer del Museo Militar en 2002, continúan sin recibir ni un centavo de sus prestaciones por liquidación arbitraria.
El punto es que la indolencia por la situación de esos venezolanos es similar a la inminente pérdida de CITGO si se ejecuta la decisión del juez norteamericano, parece que el país no le duele o le duele poco a la vieja coalición, que centra su interés en resguardar sus propios intereses y no los de los venezolanos.
¿Qué diferencia hay entre las administraciones de Monómeros y CITGO en manos de Maduro y del interinato en manos del G3?
La verdad es que es complicado encontrar diferencias sustantivas, la vieja coalición tiene un patrón común de intereses y por ello es que no se ha producido un cambio, un desenlace que de punto y aparte a la grave crisis que atraviesa el país.
Para que se produzca el cambio se requiere de un esfuerzo por construir una nueva coalición, que anteponga los intereses del país a los propios, para ello no se necesita un hombre o mujer nueva como plantearon los comunistas en Cuba, sino el mismo hombre y la misma mujer con una actitud ética y moral con sensibilidad y honestidad con su país.
Esto es lo que está organizando y liderando María Corina, lo que está proponiendo en medio de muchos obstáculos y dificultades, en el camino tiene que neutralizar a la vieja coalición opositora que a pesar de ser minoría no descansa en la propuesta de sustituir a la mayoría que representa María Corina por un candidato de la oposición fiel, a la medida de Maduro para obtener el mismo resultado de las elecciones anteriores y dar paso a la continuidad y convivencia acordada por la vieja coalición que otorga unas migajas del pastel sin que se produzca un cambio.
Pero la fatiga de la vieja coalición se hace cada día más evidente y Maduro aprieta la tuerca del autoritarismo con el aislamiento y desaparición de las ONG que le son incomodas, niega que negocia mientras el tic tac del 2024 avanza y no logra sacar del juego a María Corina, que no va a renunciar de ser candidata ni va a nombrar un sustituto porque no puede entregar esta oportunidad de cambio a los líderes de la vieja coalición y mucho menos a Maduro.
Si el TSJ de Maduro insiste en una inhabilitación que no existe, es posible que la presión internacional sobre Maduro y los factores de poder que lo sostienen se incremente, sin que se pueda saber con certeza a dónde nos llevará el cauce de un río crecido de descontento.