La oposición o los que no estamos de acuerdo con este régimen que ostenta el poder por más de 20 años es, por larguísimo rato, la mayoría aplastante en el país, aunque la diáspora sobrepase los 8 millones de venezolanos. Los que quedamos acá nos mantenemos de pie y en pie de lucha y trabajo, frente a un gobierno y modelo incompatible con nuestra propia identidad. No cabe la menor duda en torno a la radical impopularidad del gobierno, pero algo pasa. Esta mayoría no se hace sentir. Y esto se debe a varios motivos; en este escrito expondré solo tres: miedo, represalias y actitud…
Uno de ellos, estructural y evidente, es la institucionalización del miedo a través de la fortísima represión y persecución a la que nos exponemos a diario. No es un secreto para nadie; así ha sido durante el presente siglo. Y quizá funciona como excusa para aquellos que tiene responsabilidades directas como dirigentes sociales y políticos. No es la primera vez que los gremios y los partidos en Venezuela, a lo largo de la historia, se han sobrepuesto a las dificultades. Entonces, no hay derecho a quejarse.
Otra característica que resalta, las represalias, es lo que le sucede a la dirigencia que intenta oponerse, en tanto sean dirigentes: conductores representativos que táctica y estratégicamente puedan desempeñarse y se desempeñen, superando diversos desafíos. Al no hacerlo, por una parte, es que serán de todo, menos dirigentes. Así de fácil. De modo que debemos revisar qué entendemos por dirigentes, pues, el silencio no es de los líderes partidistas, como exclusivamente, solemos vociferar, sino también de los gremiales. Ya nadie sabe el nombre de quienes presiden una cámara de comercio local o nacional, al igual que el del secretario general de un partido ayer bullicioso. Por la otra, he acá la clave, muchos de esos dirigentes no proponen nada distinto en el ramo de la oposición porque perdieron elementos que son los únicos que pueden motorizarnos hacia planteamientos e iniciativas concretas.
La tercera particularidad, a la llamé actitud, está compuesta por tres cualidades que se entrelazan: la esperanza, el respeto y la confianza hacia la ciudadanía. Importante y urgente, necesitamos recuperar la esperanza fundada en la fe por un porvenir libre y democrático, capaz de animarnos y propulsarnos; importante y urgente, es necesario que nos respetemos porque somos respetados por dirigentes capaces de compartir con nosotros el testimonio de vida que soportamos sin perder la sonrisa, el cariño, el afecto. Y, por último, es Importante y urgente impulsar la confianza en la ciudadanía porque hay quienes se presentan como mesías, salvadores de la patria, en una versión chiquitica de Hugo Chávez: ¡sobradotes y pedantes!
El secreto de volver a retomar esa conexión de los partidos hacia los ciudadanos está en recuperar esa esperanza, esa conexión que se ha perdido por diversas razones y que hemos expuesto durante muchos de mis artículos anteriores. Una vez entendamos la causa y efectos de ese actuar retomaremos el verdadero camino a la recuperación de la democracia. Insistir, resistir y persistir son las tres acciones que he manifestado desde hace muchísimo tiempo. Estoy convencido que son tres conductas que nos llevaran a la responsabilidad de conseguir la democracia que deseamos, desarrollar gestiones de unión ciudadana y política e incluir a todos aquellos capaces de crear y abrir la puerta hacia un futuro en paz.
@freddyamarcano