La irrupción del liderazgo de MCM como un fenómeno histórico y social no puede ser ignorado por ninguno de los factores políticos que operan en la arena nacional e internacional. Ello significa, entre otras cosas, que la organización de la GANa no puede ser concebida alrededor de ninguna repetición de los mecanismos tradicionales de mesas de partidos, como la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), donde se juegue a un esquema unitario simplista, porque ello significaría desconocer la naturaleza irrevocable y profunda de la decisión soberana del pueblo que se expresó en la Primaria. Todos los factores políticos de la nación deben entender con claridad y profunda humildad que el resultado de este acto de decisión popular no fue simplemente la selección de una candidata, sino el cierre del período de liderazgo del G4, que condujo, entre otras cosas, a la infortunada decisión de defenestrar al Gobierno Interino, sin medir las consecuencias que ello traería para Venezuela, especialmente en relación con la defensa de los activos petroleros. Para entender las profundas dimensiones de esta transición de liderazgo, debe ponderarse el hecho insólito de que la PUD, el organismo que organizó la Primaria y designó a la Comisión Nacional que condujo exitosamente este proceso, se quedó, en definitiva, sin candidato, porque los nombres propuestos fueron eliminados, o bien por decisión de los propios aspirantes, o porque los resultados del proceso favorecieron abrumadoramente a MCM.
Saldadas las reflexiones sobre la transición del liderazgo político dentro de la oposición, debe ahora transitarse el indispensable proceso de construcción de la GANa. Una primera reflexión de fondo está indudablemente asociada al intento inconstitucional del régimen por inhabilitar a MCM. Esto no puede resolverse, como lo han insinuado algunos dirigentes del G4 y personalidades de la sociedad civil, a través de una claudicación sumisa ante el régimen que implique un mecanismo de sucesión prematuro de MCM si el TSJ confirma su inhabilitación. El régimen puede inhabilitar a la candidata a través de su control del TSJ, pero, y esto es fundamental, Maduro y las instituciones bajo su control no pueden inhabilitar al líder que surgió de la Primaria. Esta consideración esencial tiene que guiar la actuación de todos los partidos políticos y la sociedad civil, no solamente porque es lo correcto y sabio desde el punto de vista de conducir el conflicto primario e histórico con el régimen para avanzar hacia la reconciliación y refundación de la nación, sino porque constituye un acto de respeto de la decisión del pueblo soberano que no puede ser ignorada por nadie. Lo anterior resume la responsabilidad de los partidos políticos y la sociedad civil. La de MCM es articular y convocar a quienes deben ser convocados dentro de un espíritu de apertura y reconciliación de la nación que la candidata ya ha anunciado, pero cuyos tiempos apremian, sobre todo de cara a una eventual decisión del TSJ sobre su inhabilitación o del régimen sobre la no actualización del registro electoral, lo que comprometería la posibilidad de realizar elecciones presidenciales justas y transparentes.
El entender que la batalla contra la inhabilitación de MCM corre en paralelo con la exigencia al CNE de actualizar el registro electoral y permitir que más de diez millones de venezolanos puedan votar en las elecciones previstas para 2024, es un asunto esencial. El régimen nos manipula jugando en varios tableros simultáneamente, el Acuerdo de Barbados, el conflicto del Esequibo, las negociaciones de Qatar con los Estados Unidos, el TSJ, y el ejercicio puro y duro de la represión, y nosotros no podemos concentrarnos en un solo espacio. El tener capacidad para responder, y sobre todo anticipar, las trampas y emboscadas del régimen para asegurarse su objetivo fundamental que es la permanencia a todo evento en el poder, es un objetivo fundamental de la GANa. En este intricado contexto, es también indispensable entender que los factores geopolíticos juegan un rol fundamental en la compleja negociación con los Estados Unidos, donde existen en el gobierno tanto funcionarios que están claramente a favor de la democracia venezolana, como otros cuya preocupación fundamental es el control de la presión de migración de los venezolanos en su frontera sur. Esta dura realidad en un año electoral puede inclusive conducir a que alguna gente en el gobierno estadounidense llegue a considerar la permanencia de Maduro en el poder como el mal menor en términos de controlar el flujo migratorio.
La batalla por la democracia venezolana es dura y difícil y estamos en una etapa absolutamente definitoria. En esta batalla es indispensable insistir en que el régimen no tiene poder para inhabilitar al líder de esta transición histórica, porque su selección fue el resultado de un acto del pueblo soberano. Si se concreta la inhabilitación definitiva de MCM, a pesar de las presiones internas e internacionales, este hecho debe conducir a un ejercicio de resistencia cívica constitucional cuya conducción sería la tarea de fondo de la GANa, sin que interfieran mezquindades ni intereses personales o partidistas, que estamos obligados a constituir, por nuestra Venezuela.