Los peores presagios sobre Oriente Medio empiezan a ser una realidad difícil de frenar. La escalada de violencia en la que lleva sumida meses la región suma cada vez más aristas. El mapa de la zona, plagado de conflictos, podría llevar al engaño de pensar en una guerra a gran escala, sin embargo, los ataques cruzados en los que se han visto envueltos Irán, Pakistán, Irak, Siria, Yemen, Jordania y, por su puesto, Israel contra la Franja de Gaza, tienen motivos muy distintos. No obstante, la chispa de los secuestros de Hamás y la repuesta israelí que ha dejado de momento más de 24.600 palestinos muertos ha prendido la llama de una zona donde los bombardeos se han convertido en una macabra rutina.
Solo este jueves, Pakistán ha respondido a los ataques iraníes del martes con un bombardeo en el sureste de Irán que ha dejado nueve muertos, incluidos cuatro niños. Un ataque aéreo en el sur de Siria que se le atribuye Jordania ha provocado otros diez fallecidos. A lo que hay que sumar en estas 24 horas las operaciones en Gaza del Ejército israelí y el fuego cruzado de este con la milicia libanesa Hizbulá. Así como los ataques de la coalición de Estados Unidos y Reino Unido contra los hutíes en Yemen. Todos ellos episodios de disputas cuyo origen se remontan al pasado.
El estancamiento de conflictos como el palestino-israelí, las guerras civiles de Yemen o Siria y las tensiones transnacionales entre pueblos como el kurdo (Irán, Irak, Siria y Turquía) y el baluchí (Irán, Pakistán y Afganistán) se han convertido durante décadas en un elefante en la habitación que no se ha querido abordar. Ahora que la guerra entre Israel y Hamás ha reabierto la herida de viejos conflictos, la red de intereses geopolíticos y la lucha por la hegemonía regional están provocando una espiral en la que están involucrados más de una decena de países.
Los atentados de Hamás en Israel el 7 de octubre provocaron la respuesta del Ejército israelí, que en su objetivo de acabar con el grupo islamista continúa bombardeando la Franja y ha amentado los ataques en Cisjordania. Fue entonces cuando en defensa de la causa palestina varios grupos asociados a Irán decidieron atacar a Israel. “Oriente Medio se enfrenta una escala de tensión en la región sin precedentes y eso beneficia sobre todo a una de las grandes potencias regionales: Irán, que está en el centro de todos los conflictos armados de la zona”, asegura a 20minutos Alfredo Rodríguez, director del Máster en Seguridad Internacional de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
El primero de esto grupos en actuar fue la organización libanesa chií Hizbulá y, tras ella, grupos en Siria, Irak y Yemen. Este últimos, los hutíes, en vista de que sus lanzamientos de drones y misiles no hacían el daño que querían a Israel, optaron por atacar los buques mercantes que pasaban frente a sus costas en el mar Rojo. Esto provocó que las grandes navieras y petroleras se negaran a pasar por esa ruta, provocando un desvío y, por tanto, un encarecimiento de productos con destino a países Occidentales. Estados Unidos, junto con Reino Unido y otros aliados, decidieron intervenir y bombardear posiciones hutíes n Yemen. Unos ataques que han continuado hasta este jueves.
Para Rodríguez, esta respuesta de la coalición que lidera Estados Unidos irá más allá, entre otros motivos por la política interna estadounidense. “Se está echando un pulso entre hutíes y Estados Unidos y Reino Unido. Puede ocurrir que se empeore el conflicto, pero estamos al inicio del periodo electoral, por lo que no creo que Estados Unidos vaya a entrar directamente en una guerra, porque eso le haría perder las elecciones a la Administración Biden”, afirma.
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