En la telaraña del colectivismo, la historia de Venezuela se erige como un sombrío recordatorio de las consecuencias devastadoras de las ideologías que sacrifican las libertades individuales en aras del supuesto “bien común”. Con un salario mínimo estancado en aproximadamente 4 dólares mensuales desde marzo de 2022, equivalente a una desgarradora cifra de 13 centavos por hora, los venezolanos se encuentran atrapados en una neo-esclavitud perpetuada por el régimen chavista-madurista.
Esta trágica realidad se amplifica al constatar que una familia venezolana necesita 155 salarios mínimos solo para acceder a la canasta básica de alimentos, un desafío prácticamente insuperable que arroja a la población a un abismo de hambre y desesperación. La situación en Cuba, con salarios igualmente precarios, resalta la persistencia de un modelo económico fallido, con un mínimo de 8 dólares al mes para sus trabajadores, muy por debajo del umbral internacional de pobreza extrema de 1.90 dólares al día.
El fracaso del colectivismo y su impacto en las condiciones de vida no es exclusivo de Venezuela y Cuba; se extiende a lugares como Corea del Norte y Eritrea, donde la esclavitud moderna ha arraigado profundamente en la estructura social. En Corea del Norte, con una tasa de 105 personas bajo esclavitud moderna por cada 1,000 ciudadanos, y en Eritrea, con una tasa de 90 personas por cada 1,000 ciudadanos, los regímenes totalitarios han convertido a sus ciudadanos en víctimas de diversas formas de opresión.
En estas naciones, la esclavitud moderna adopta múltiples caras, desde el trabajo forzado hasta el matrimonio servil y la explotación sexual. Estos regímenes, al igual que los colectivismos que desencadenan crisis económicas, comparten la negligencia hacia los derechos humanos básicos, propiciando así un terreno fértil para la perpetuación de la opresión. Es importante destacar que la neo esclavitud se manifiesta de manera característica en países socialistas y Estados fallidos, donde la carencia de legitimidad de origen y desempeño imperan. En estas naciones, como en Venezuela, la población, agobiada por su condición de neo esclavos, busca desesperadamente opciones, incluso huyendo a pie hacia otros países en busca de libertad. Muchos de los que optan por quedarse, quedan atrapados en sueldos miserables, recurren a la mendicidad, la corrupción o el robo para subsistir, demostrando que la opresión económica y la búsqueda de alternativas desesperadas son el resultado directo de políticas colectivistas desacertadas. Incluso profesionales con títulos, como maestros, médicos o enfermeros, se ven obligados a rebuscarse en trabajos adicionales, mostrando así la cruda realidad de la neo esclavitud.
Reconocer la importancia de la libertad individual y la dignidad de cada vida humana es la única vía de escape de este ciclo interminable de miseria inducida por los Estados que se creen o proyectan como paladines de la lucha por la “justicia social”
La esclavitud moderna es una amenaza global que persiste allí donde las ideologías colectivistas han desplazado la valoración de la individualidad y los derechos fundamentales.
Cuba y Venezuela: dos ejemplos de esclavitud moderna bajo regímenes socialistas
Cuba y Venezuela, dos naciones marcadas por revoluciones, dictaduras y un afán socialista, comparten un oscuro presente de esclavitud moderna. Bajo regímenes que se autodenominan paladines de la lucha por la “justicia social”, ambos países han adoptado el colectivismo, un sistema que, lejos de brindar prosperidad, ha sumido a millones en condiciones de explotación y abuso.
El Índice Global de Esclavitud 2020 revela la cruda realidad: Cuba, con una tasa de prevalencia de 18,8 por cada 1.000 habitantes, y Venezuela, con 17,9, ocupan los puestos 18 y 19 respectivamente entre los países con mayor esclavitud moderna. El trabajo forzoso y la trata de personas son las formas más comunes de esta opresión.
En Cuba, profesionales de la salud son enviados a misiones internacionales en condiciones de explotación, generando al gobierno ingresos millonarios a expensas del sufrimiento de estos trabajadores. En Venezuela, la crisis humanitaria ha propiciado el éxodo de más de 7 millones de personas, dejando a muchos vulnerables a ser víctimas de la trata, ya sea sexual o laboral, en países vecinos.
Estas realidades dolorosas no son aisladas, sino el resultado de un colectivismo que viola los derechos fundamentales.
Es urgente reconocer que el colectivismo no solo es un fracaso económico, sino también un atentado contra la libertad y dignidad de las personas.
Cuba y Venezuela: Esclavitud Moderna en Cifras
Formas Comunes de Esclavitud Moderna
· Trabajo Forzoso:
Cuba: Aplicado principalmente a profesionales de la salud enviados a misiones internacionales. Genera ingresos de $6.3 mil millones anuales al gobierno cubano. Condiciones incluyen vigilancia constante, restricciones de movimiento y propaganda política obligatoria.
· Trata de Personas:
Venezuela: Agravada por la crisis humanitaria y el éxodo de más de 5 millones de personas. Redes de trata explotan a víctimas sexual o laboralmente en países vecinos. Entre 2017 y 2019, se registraron 1,202 casos, siendo el 70% mujeres y el 30% niños, niñas y adolescentes (según la ONG Fundaredes).
Las causas y consecuencias de la esclavitud moderna en estos países
El colectivismo ha generado una serie de factores que propician la esclavitud moderna en estos países, tales como:
La represión política: el colectivismo impone un régimen autoritario, que reprime cualquier forma de disidencia o protesta, y que limita la libertad de expresión, de asociación y de participación. El Estado controla los medios de comunicación, el poder judicial, el sistema electoral y las fuerzas de seguridad, y utiliza la violencia, la intimidación y la persecución para silenciar a sus opositores.
La violación de los derechos humanos: el colectivismo desconoce el valor y la dignidad de la persona humana, y la reduce a un mero instrumento al servicio del Estado.
La falta de libertades: el colectivismo restringe la libertad de las personas, tanto en el ámbito político como en el económico. El Estado impone un modelo económico centralizado, que controla la producción, la distribución y el consumo de los bienes y servicios.
La corrupción: el colectivismo crea un sistema político y económico corrupto, que beneficia a una élite en el poder, que se enriquece a costa del sufrimiento de la mayoría. El Estado se apropia de los recursos naturales, de las empresas públicas, de la ayuda internacional y de los impuestos, y los desvía para fines personales o partidistas.
Otros casos de esclavitud moderna en países colectivistas
Corea del Norte es la capital mundial de la esclavitud moderna, con aproximadamente 2.6 millones de trabajadores forzados, lo que representa la prevalencia más alta de esclavitud en cualquier nación. Se estima que uno de cada diez ciudadanos vive en esclavitud moderna. Los derechos humanos son violados sistemáticamente, y estas violaciones son un componente esencial del sistema político.
En Eritrea, la elección para los jóvenes es realizar el servicio nacional obligatorio o intentar huir. El servicio nacional es duro, paga una miseria y se prolonga indefinidamente. La Comisión de Derechos Humanos de la ONU ha declarado que esto es una forma de esclavitud. Todos los proyectos gubernamentales, incluyendo la construcción de carreteras con dinero de la Unión Europea, dependen de estos “esclavos” para realizar el trabajo.
Bangladesh se encuentra entre los países con la mayor prevalencia de esclavitud moderna en Asia y el Pacífico. Se estima que 1.2 millones de personas vivían en esclavitud moderna en Bangladesh en 2021. La explotación laboral forzada se informa en el procesamiento de pescado, el desguace de barcos, y la producción de aluminio, ladrillos, té, y prendas de vestir. Las condiciones empeoraron durante la pandemia con un aumento del trabajo forzado.
Conclusión
La esclavitud moderna, un flagelo que afecta a millones en todo el mundo, puede ser combatida eficazmente a través del individualismo y la lucha contra el colectivismo. El individualismo, que valora la libertad, la responsabilidad, la propiedad y la autonomía, ofrece una alternativa al colectivismo que puede ayudar a erradicar la esclavitud moderna.
Los individuos con iniciativas privadas pueden desempeñar un papel crucial en este esfuerzo. Pueden denunciar casos de esclavitud moderna, educar a otros sobre sus peligros, cooperar con las autoridades para rescatar a las víctimas y mostrar solidaridad con aquellos que han sufrido.
Las organizaciones internacionales, las ONG, los medios de comunicación, los activistas y los ciudadanos también tienen un papel vital en la prevención y erradicación de la esclavitud moderna.
La batalla contra la esclavitud moderna es, en esencia, una batalla de ideas. Requiere rechazar de plano la insidiosa narrativa colectivista que atropella sin escrúpulos la dignidad humana. Obliga a reivindicar los derechos y libertades inherentes a cada persona como fin en sí misma, no como peones desechables de un delirio ideológico.
Dayana Cristina Duzoglou
Twitter X: @dduzoglou
Fuente: https://dduzoglou.blogspot.