Aunque el diagnóstico de cáncer de Carlos III es un revés para la monarquía y suscita incertidumbre en el Reino Unido, la realidad es que existe un protocolo bien detallado que asegurará que las funciones del rey queden cubiertas durante su enfermedad.
Incluso si llegara un momento en que el monarca de 75 años se considerara incapacitado, la maquinaria regia engrasada durante siglos de historia garantizaría una sucesión fluida, dice a EFE el conocido experto constitucional Robert Hazell.
Los miembros de la realeza que ahora están en alerta son el príncipe Guillermo, heredero al trono; Camila, esposa del soberano; y los hermanos de éste Ana y Eduardo. Y si las cosas vinieran mal dadas, también el príncipe Enrique.
Consejeros de Estado
Al anunciar el lunes su tratamiento oncológico, el palacio de Buckingham indicó que Carlos III se retirará de los actos públicos pero no de sus labores como cabeza del Estado, como la firma de leyes, el nombramiento de ministros o las audiencias semanales con el jefe del Gobierno, Rishi Sunak.
Hazell apunta que, de momento, no se ha visto necesario nombrar a consejeros de Estado que le sustituyan temporalmente en esas funciones, lo que eventualmente podría suceder si un grupo determinado de personas designadas por ley concluyera que el soberano está impedido.
Esto ya ocurrió cuando Carlos y Guillermo fueron llamados a sustituir, en la inauguración del Parlamento el 10 de mayo de 2022, a la reina Isabel II, que falleció el 6 de septiembre de ese mismo año.
Según la ley de Regencia de 1937, los consejeros de Estado, que se nominan provisionalmente cuando aún no es necesaria una regencia, son Camila y los cuatro primeros en la línea de sucesión de más de 21 años, es decir, los príncipes Guillermo, Enrique, Andrés y Beatriz (hija del duque de York). Además, en 2022 se designó a los hermanos del monarca Ana y Eduardo.
El profesor de Gobierno y Constitución del University College London aclara que, de este grupo de siete, “los más probables serán Camila, Guillermo, Ana y Eduardo, pues Andrés y Enrique están apartados y Beatriz no tiene experiencia”.
Si el rey fuera declarado médicamente incapacitado mediante un procedimiento legal que requiere la firma del cónyuge y varios jueces y políticos-, su primogénito, Guillermo, se convertiría en regente, tras jurar el puesto en una ceremonia. La declaración de incapacidad del rey podría ser revertida si mejorara.
Regencia
En el caso de que el propio Guillermo fuera declarado incapacitado, “mientras el príncipe Jorge, la siguiente persona en la línea de sucesión, siga siendo menor de 18 años, el príncipe Enrique (como el siguiente adulto en la línea de sucesión) se convertiría en regente”, explica Hazell.
“Si ‘Harry’ no estuviera dispuesto, el Parlamento tendría que aprobar una legislación que nombrara específicamente a otra persona”, dice este académico, que recuerda que así se operaba antes de la aprobación en 1937 de la ley de Regencia.
El experto avisa de que existe además la posibilidad de una ‘regencia blanda’: si Carlos III estuviera debilitado pero no lo suficientemente incapacitado para dejar todas sus funciones.
En este escenario, el monarca se quedaría con unas pocas labores clave, como el nombramiento del primer ministro o la firma de leyes, y todo lo de demás se delegaría en otros miembros de la familia y sobre todo en Guillermo, “quien se convertiría en un regente de facto”, declara.
El heredero, que ya realiza ceremonias de imposición de condecoraciones, podría ocuparse de actos como la apertura del curso legislativo en el Parlamento, la recepción de embajadores y dignatarios, el Domingo del Recuerdo en honor de los caídos en las guerras mundiales, o ‘el Trooping the color’, la ceremonia militar con la que se celebra el cumpleaños del soberano. EFE